2 de abril de 2018
Caracas.- La crisis de Venezuela fue en un principio un factor en la política y la economía del país, pero sigue su escalada en otros sectores como el sanitario, el de seguridad y el carcelario.
La más reciente crisis del país sudamericano la representó la muerte de 68 personas tras un motín en el centro de detenciones de la policía de la región de Carabobo, en el norte de Venezuela.
Venezuela está sumida en una crisis económica y su sistema de salud está colapsado; los reos, como muchos otros venezolanos, pasan hambre. Las protestas dentro de los centros penitenciarios han aumentado.
El tráfico de armas y de drogas es rampante, al igual que los sobornos de los guardias y la violencia en las zonas de las cárceles que son controladas por grupos armados, destaca el diario The New York Times.
El incendio fue uno de los peores desastres en la historia carcelaria de Venezuela; el saldo es mayor que el de las 61 personas que murieron en enfrentamientos en una prisión de Barquisimeto en 2013.
También al de las 17 que fallecieron en el incendio de Tocuyito, cerca de Valencia, en 2015, y las 37 víctimas mortales del motín sucedido en Puerto Ayacucho, en el estado Amazonas, en agosto pasado.
En tanto, la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU hizo notar que las “condiciones terribles” en el recinto de Carabobo se repiten en otras instalaciones del sistema penal venezolano porque los calabozos se usan como centros de detención permanentes, sumado al alto hacinamiento de reos.
Pero que pueden esperar los reos, si el ciudadano común sufre para sobrevivir en un país donde la economía terminó el año pasado con una inflación acumulada de más del dos mil por ciento, que ha obligado a cientos de miles de personas a migrar a otros países en busca de una vida mejor.
Venezuela atraviesa una grave crisis humanitaria marcada por la escasez de alimentos, medicamentos y otros productos básicos y la subida casi diaria de los precios al calor del descalabro del bolívar respecto del dólar en el mercado paralelo al oficial.
Otro factor han sido tres epidemias que avanzan en Venezuela apoyadas en la deficiente gestión sanitaria, donde más de 700 casos de sarampión, según la Organización Panamericana de la Salud, fueron detectados el año pasado, una enfermedad que regresó tres años después de su erradicación.
La difteria ya lo estaba desde hace décadas y la malaria, que no tiene vacuna pese a las declaraciones oficiales en sentido contrario, aumenta sin control en varias zonas del país, con medio millón de casos diagnosticados el año pasado.
A estas tres se sumó en los últimos meses la tuberculosis, que repunta en el país asociada a la pobreza y a la debilidad del sistema inmunológico.