6 Junio de 2020
México.- El televisor. La máquina de coser. Una motocicleta. Los hijos de Edda Marchán vendieron todas estas cosas para que su madre pudiese seguir respirando.
En un rincón del norte de Perú donde vive la familia, el oxígeno medicinal para tratar el coronavirus escasea y llegó un momento en el que ya no lo conseguían por ninguna parte.
«Era la desesperación más grande del mundo», dijo su hija Fiorella Sorroza, de 39 años. «Le pedimos tantísimo a Dios que nos ayude, que no nos abandone».
En esta nación azotada por el COVID-19, uno de los elementos más abundantes del mundo escasea. Familiares exasperados se afanan por llenar tanques a precios recargados. Hospitales que no tienen el apoyo necesario se quedan sin él. Y el presidente Martín Vizcarra ha emitido un decreto de emergencia ordenándole a plantas industriales que aceleren su producción o adquieran oxígeno en otras naciones.
«Perú, con su Amazonía, es el pulmón del mundo», dijo Iván Hidalgo, director académico del Instituto de Gobierno y Gestión Pública de Lima. «Pero nos estamos muriendo por falta de oxígeno».
Directores de centros de salud dicen que esta escasez está costando vidas y que es tan grave que ni siquiera un incremento de la producción de oxígeno con fines medicinales por parte de plantas que habitualmente producen oxígeno para las minas va a cubrir el déficit.
Otros países de América Latina y el Caribe enfrentan también –o la sufrirán pronto– una escasez de oxígeno
Aproximadamente el 15% de los pacientes de COVID-19 experimentan condiciones que requieren oxígeno y otro 5% necesitan respiradores, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).