19 Diciembre de 2020
México.- El balance de las protestas lideradas por los estudiantes en Tailandia, que han anunciado después de cinco meses una tregua hasta enero, oscila entre la frustración de no haber conseguido sus objetivos de reforma y el hito histórico de haber roto el tabú sobre el debate de la monarquía.
Hace solo unos meses, la reforma monárquica era un asunto ausente del debate público y solo se abordaba en la intimidad en un país donde los retratos ubicuos de la familia real en espacios públicos y privados recuerdan el estatus reverencial de la institución.
Otro cambio visible tras las manifestaciones es que el rey Vajiralonkorn se ha mostrado más cercano con sus súbditos, haciéndose fotos con ellos y firmando autógrafos, aunque estos sigan poniéndose de rodillas o postrándose ante él.
LA ESTRICTA LESA MAJESTAD
Esta nueva ola de protestas pacíficas comenzó el pasado julio para pedir la dimisión del primer ministro y exlíder golpista, Prayut Chan-ocha, y la redacción de una nueva Constitución, ya que consideran que la actual es heredera de la antigua junta militar (2014-2019).
Pero la demanda más controvertida de los estudiantes, a los que también se han unido trabajadores, activistas y el colectivo LGBT+, entre otros, ha sido pedir públicamente la reducción del poder y prerrogativas del monarca, que ascendió al trono en 2016.
Esta audacia no les ha salido gratis. Al menos 29 manifestantes, incluido un adolescente de 16 años, están acusados de violar la ley de lesa majestad, que prevé penas de 3 y 15 años de cárcel.
Sobre algunos también pesan acusaciones de sedición, castigada con hasta 7 años de prisión.
«En los últimos cinco meses, hemos conseguido abordar en profundidad los problemas de Tailandia. También hemos abierto un espacio para que el público debata sobre la monarquía», explica a Efe Anon Nampa, abogado de 36 años y uno de los líderes de las protestas.
«Hemos podido sacar a la luz problemas que llevaban debajo de la alfombra mucho tiempo», asegura el abogado, quien agregó que estas semanas no organizarán grandes movilizaciones y pensarán en nuevas estrategias de protesta a partir de enero.
Los manifestantes, que se han criado con las redes sociales, quieren romper con las jerarquías de poder en el país y con la intromisión de los militares, que han tomado el poder en 13 golpes de Estado desde el fin de la monarquía absoluta en 1932.
Vajiralongkorn, que no ha heredado el carisma ni el respeto de su padre, el venerado Bhumibol Adulyadej, ha pasado gran parte de su reinado en Alemania, se ha casado en cuatro ocasiones y el año pasado nombró a una consorte real como segunda compañera.
El rey, de 69 años, es criticado por forzar un cambio en la Constitución para no tener que nombrar un regente durante sus temporadas en Alemania y tomar control personal de varias unidades del Ejército y de la fortuna real, valorada en al menos 35,000 millones de dólares.
CREATIVIDAD EN LAS PROTESTAS
A pesar de que haber sufrido gases lacrimógenos y cañonazos de agua, los manifestantes han mantenido un ambiente festivo y creativo en sus manifestaciones reivindicativas, que han llegado a reunir a decenas de miles de personas.
Anon llegó a disfrazarse junto a otros de Harry Potter en un acto en el que se refirieron al «innombrable», en referencia al tabú en torno al monarca, mientras que los patos amarillos usados contra los cañones de agua de la policía se han convertido en un símbolo.
Pero el signo más emblemático de las protestas es el saludo de los tres dedos de la saga «Los juegos del hambre».
Aunque con cabecillas visibles como Anon, Panupong «Mike» Jadnok o Parit «Penguin» Chiwarak, los manifestantes tienen una estructura flexible para poder organizar de forma más fluida protestas relámpago, un modelo adaptado de las manifestaiones de Hong Kong de 2019 y 2020.
El experto de la ONG de juristas iLaw, Anon Chawalawan, explica a Efe que no se sabe si los líderes visibles de las protestas son los dirigentes del movimiento o hay cabezas pensantes que trabajan en el anonimato.
«No se sabe quiénes son los verdaderos líderes», manifestó el jurista y experto en derechos humanos.
Lo que sí es posible predecir, en su opinión, es un mayor uso a partir de ahora de la ley de lesa majestad, que el propio Prayut dijo en junio que había sido aparcada en los dos últimos años por petición expresa del monarca.
iLaw, que ha propuesto una reforma constitucional de corte progresista, defiende el derecho de manifestación y expresión y algunos de sus miembros han acudido a título personal a alguna protesta.
Anon recuerda que ninguna protesta por si sola ha conseguido un cambio estructural en el país y alerta de que pueden activar una reacción de los bandos más reaccionarios de la sociedad tailandesa.
De hecho, las protestas antigubernamentales ya han tenido alguna trifulca con grupos rivales ultramonárquicos, que se distinguen por sus camisetas amarillas, el color del rey.
En el pasado, sectores ultraconservadores también han salido a las calles tailandesas para pedir más poder para el monarca, limitar el derecho al voto o incluso reclamar un golpe de Estado.