18 de junio de 2018
- En sus más de 30 mil títulos, acoge textos de rituales que se celebraban en México a finales del siglo XVII
Mafra, Portugal.- La famosa «Crónica de Nuremberg» (1493), diversas Biblias en varios idiomas, la primera enciclopedia conocida como Diderot et D’Alembert, un volumen del poeta italiano Francesco Petrarca, un ejemplar de ‘De Humani Corporis Fabrica’, son algunos de los tesoros literarios que resguarda la Biblioteca Nacional de Mafra, en esta ciudad.
Se trata de un magnífico edificio que constituye la obra cumbre del estilo barroco portugués, cuyo complejo que comprende el Palacio, un Monasterio, la Biblioteca y una Basílica, fue declarado Monumento Nacional en 1907.
Inaugurado en 1730, aunque las obras no finalizaron por completo hasta 1791, la construcción del Real Convento de Mafra, también conocido como Palacio Nacional de Mafra, comenzó en 1717 por orden del rey portugués Don Joao V.
En el suntuoso edificio que ocupa un total de 37 mil 790 metros cuadrados figura su biblioteca, la cual posee cerca de 30 mil volúmenes, muchos de ellos únicos y de gran valor, reuniendo así un amplio catálogo cultural del saber del siglo XVIII.
La biblioteca posee una colección cuyo arco temporal va del siglo XV al XIX, abarcando temas tan diferentes como la Teología, la Sermonaria, el Derecho Canónico y Civil, la Historia, la Geografía y los viajes, la Matemática, el Arte y la Música, Medicina, entre otros.
Todo este acervo se inserta en el contexto del perfeccionamiento de la prensa hasta el siglo XVIII, importante factor de desarrollo y difusión de ideas.
Además de los ya mencionados, este lugar cuyo interior es custodiado por murciélagos, y que tal relación se refuerza gracias al revestimiento de madera antigua de las altas paredes que la rodean, según Teresa Amaral, responsable del espacio, posee, además los llamados ‘libros prohibidos’, cuya circulación era controlada por la Santa Inquisición.
Entre los prohibidos más importantes se encuentran, una edición del Corán; Metoposcopia, un manual para enseñar a leer la personalidad de cada uno, a partir de las líneas de su rostro; las comedias de Gil Vicente; y obras de nombres como Martín Lutero, figura central de la Reforma Protestante, y Cornelius Aggripa, intelectual del Renacimiento conectado al esoterismo.
También, Giordano Bruno, filósofo, teólogo condenado a la hoguera por la Inquisición, por defender, entre otras cosas, que la Tierra giraba alrededor del Sol, se encuentra en este lugar. Destacan, además, partituras de Marcos Portugal y Juan José Baldi creadas para el conjunto de los seis órganos históricos de la Basílica, único en el mundo.
De igual manera, destaca una serie de ceremonias y costumbres religiosas que se practicaban en el mundo, ilustradas por el francés Bernard Picart (1673-1733) en la que figura la desolación y alegría de ‘mexicanos’ en el año 1776.
Es de mencionar que el Real Convento de Mafra fue convertido en lugar literario por José Saramago en su novela «Memorial del Convento», donde recrea el Portugal del siglo XVIII a través de la historia del Convento de Mafra y explica muchos detalles de su construcción.
Un ejemplar de esa novela se presenta en una vitrina, al lado de los títulos “Arquitectura y Escultura de Mafra”, de José Fernandes Pereira y “Arquitectura y Poder”, de António Filipe Pimentel.