1º de febrero de 2018
México.- Los dioses han dado permiso a los mortales para que comience el “caos”, porque la época de carnaval ha llegado a los pueblos originarios de México, y hombres y mujeres beben, se divierten y se relajan, antes de renacer de nuevo.
“El carnaval prehispánico, a diferencia del dogma católico, es el relajamiento, el caos, para nuevamente llegar al orden. Va en relación a esta dinámica de ‘ya nos estamos preparando porque vamos a sembrar, ya empiezan a salir las flores, las semillas, es momento de alegría’”, dijo en entrevista con Notimex la investigadora Estela Vega.
La también responsable del inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial en la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultura, mencionó que estos carnavales que actualmente persisten, se derivan de la época prehispánica donde los antiguos regían sus celebraciones por el calendario lunar.
Dicho calendario, explicó, servía para determinar las fechas del sistema cultural de milpa, es decir, cuándo sembrar y cosechar, por ello, las épocas de los carnavales prehispánicos o indígenas que inician entre el 2 y 3 de febrero, se realizaban antes de iniciar la siembra, con el fin de relajar por unos días la mente y el cuerpo antes de comenzar a labrar.
“El sistema cultural de milpa te va dando un orden y el carnaval es así como que ‘coman y regocíjense todo lo que quieran porque nos vamos a poner a trabajar porque después viene el 3 de mayo, día de petición de lluvia”, detalló.
No obstante, aseveró que las fechas en que las comunidades indígenas celebran estas festividades, están ligadas con el calendario gregoriano que trajeron los españoles a su llegada a México.
“Este calendario gregoriano es muy cristológico y muy bíblico; es decir, que las fiestas que tenemos registradas en el país tienen que ver con él. Por ejemplo, el 2 de febrero, día de la candelaria en realidad festejamos a los tlaloques (ayudantes del dios Tláloc), a esa primera selección de semillas para la siembra”, dijo.
En este sentido, señaló que actualmente persisten carnavales de origen prehispánico entre los tarahumaras, zoques, mayas y lacandones.
“Los carnavales completamente indígenas se dan en la cultura maya y en las culturas del norte como los seris; en las del centro de México se perdieron los carnavales prehispánicos porque aquí se asentaron los poderes de la nueva España e impusieron nuevas formas de celebrarlos”, comentó.
Entre los aspectos característicos que tienen estas celebraciones, dijo, se encuentran los disfraces o maquillajes de animales y cuerpos celestes con los que habitantes de los pueblos, buscan honrar a sus antiguos dioses.
“Por ejemplo, en San Juan Chamula se disfrazan de tigre o de otro animal que anda ahí merodeando, comiéndose la abundancia, que está haciendo travesuras. Mientras que los seris en sus carnavales usan maquillajes que representan a la Luna y el Sol”, detalló.
Así, los carnavales que continúan celebrándose en las comunidades indígenas mexicanas se perfilan al igual que los festejos que se realizan en estados costeros del país, como espacios de esparcimiento donde la gente vive y disfruta el caos, para después, iniciar de nuevo.