8 de junio de 2018
Buenos Aires.- El gobierno argentino reaccionó con entusiasmo y optimismo tras conseguir un préstamo de 50 mil millones de dólares por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) a pesar de los indicadores negativos que registra la economía de este país.
El presidente Mauricio Macri y los miembros de su gabinete celebraron el acuerdo que representa el regreso del FMI a Argentina después de 12 años y que llena de inquietud a la mayoría de los ciudadanos.
En 2006, el fallecido expresidente Néstor Kirchner liquidó en un solo pago y con reservas del Banco Central los 10 mil millones que Argentina le debía al FMI, y desde entonces el organismo no pudo tener injerencia en el diseño de políticas económicas.
Ahora el FMI regresa al país sudamericano después de que Macri le pidió el mes pasado, de manera sorpresiva, un préstamo urgente para contener una crisis cambiaria que en escasos días devaluó 25 por ciento la moneda argentina.
El pedido de auxilio le valió a Macri una drástica caída de su popularidad, que ahora ronda entre 30 y 35 por ciento, ya que el organismo arrastra un largo desprestigio entre los argentinos por el papel que tuvo en la grave crisis económica, política y social que sufrieron en 2001.
A sabiendas de ese rechazo, el presidente ha insistido en que el préstamo del FMI era “el único camino” para evitar una crisis económica generalizada después de la tensión del mercado cambiario que dejó el dólar por encima de los 25 pesos, un precio récord.
Macri y sus ministros se mostraron satisfechos de haber conseguido 50 mil millones de dólares del FMI, más otros cinco mil 650 millones de créditos de otros organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial.
Sin embargo, antes del anuncio de este acuerdo ya había preocupación en Argentina por el alto nivel de endeudamiento registrado en los dos años y medio de gobierno de Macri, periodo en el que la deuda ya había crecido en 53 por ciento.
A ello se suman una serie de promesas incumplidas, como la idea de que en el segundo semestre de 2016 la economía se habría recuperado, de que en el corto plazo habría una “lluvia de inversiones” que todavía hoy siguen sin llegar.
Durante la campaña de 2015, Macri aseguró que sería “muy fácil” derrotar la inflación, pero en su primer año de gobierno llegó al récord del 40 por ciento, y en 2017 prometió que sería de entre el 12 y el 17 por ciento y la cifra final fue del 25 por ciento.
Para 2018, las previsiones oficiales erraron nuevamente y las contradicciones incluso se anticiparon, ya que en diciembre pasado el propio gobierno corrigió de manera sorpresiva los datos y aumentó del 10 al 15 por ciento las estimaciones de inflación para 2018.
Después de la crisis cambiaria, el gobierno insistió en mantener la expectativa inflacionaria para este año en 15 por ciento, mientras las consultoras privadas ya advertían que será de entre 25 y 30 por ciento.
La víspera, al anunciar el pacto con el FMI, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, reconoció que ya no hay una meta de inflación para 2018, pero como los incrementos salariales tuvieron un techo de aumento del 15 por ciento, se espera un nuevo aumento de la pobreza.
Además el gobierno esperaba este año un crecimiento económico de 3.5 por ciento que ya se redujo a 1.5 por ciento en las expectativas oficiales, mientras que algunas consultoras privadas ya hablan directamente de recesión.