3 Septiembre de 2018.
México.- Estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) trabajan en la rehabilitación de un edificio de nueve niveles que sufrió daños considerables durante el sismo del pasado 19 de septiembre de 2017.
El inmueble ubicado en la calle de Dinamarca número 39, en la colonia Juárez, de la Ciudad de México, señalaron especialistas, presenta daños en sus componentes arquitectónicos y deformación vertical, aunque la estructura es susceptible de reparación, por lo que se decidió intervenirlo.
El doctor Saúl Alcántara Onofre explicó que, como vecino del lugar, constató que el inmueble se había asentado hacia el frente y el lado oriente por el temblor.
Los expertos señalaron que los movimientos verticales diferenciales registrados en el sótano y la planta baja son representativos de la respuesta de la cimentación y acusan las secuelas, definiendo un patrón de mayor hundimiento de poniente a oriente.
El edificio tuvo daños severos entre las uniones de trabes y columnas, “que es lo primero que muestra al ocurrir un desplazamiento”, por lo que la Secretaría de Protección Civil capitalina decidió en su momento que debía ser demolido.
Ante ello, los vecinos, al no saber qué hacer –ya que era difícil conseguir un director responsable de obra– “se acercaron a nosotros a solicitar apoyo”, precisó el coordinador del Posgrado en Diseño, Planificación y Conservación de Paisajes y Jardines de la UAM.
Después de una evaluación en la que intervino el doctor Segismundo Engelking Keeling, académico del Departamento del Medio Ambiente para el Diseño, entre otros profesores, el grupo Colinas de Buen dictaminó que el edificio presentaba desplomos, más allá del rango permitido en las normas técnicas complementarias del Reglamento de Construcciones vigente para la Ciudad de México.
La estructura requiere actualización; sin embargo, opinó que el inmueble no es susceptible de demolición, ya que los muros “fungieron como fusible, es decir, se cuartearon” por la intensidad del sismo, generando las denominadas equis de San Andrés e inmediatamente fueron visibles las huellas de la deformación.
“Como docente planteé un proyecto a los estudiantes, porque no había manera de que los vecinos tuvieran apoyo y la universidad fue una de las pocas opciones, de modo que aquéllos aceptaron, visitaron el sitio y tocaron la arquitectura: leyeron grietas, deformaciones verticales y horizontales, y movimiento, detectando juntos que tenía 30 centímetros de desplomo hacia la calle de Dinamarca y otros 25 hacia la colindancia oriente”.
Los estudiantes del séptimo trimestre de la licenciatura en Arquitectura de la Unidad Azcapotzalco de la UAM que participaron son: Viridiana Almazán Guevara, Karen Abigail Ángel Cruz, Ulises Bonola López, Alan Yohel Cervantes Rosas, Carlos Adolfo Chávez Romero y José Ignacio Elizalde González.
También Rafael Hernández Cruz, Ricardo Hernández Domínguez, Mario Enrique Hernández Puerto, Jesús Eduardo Hernández Salvador, Fernanda Icaza Moctezuma, Alfonso Juárez Macías, Luis Alberto León Núñez, María Fernanda López Rivera, Alan Mendoza García, Geraldine Zoe Mercado Zepeda, Pedro Ángel Navarro Ramos, Daniel Ortiz Jiménez, Elizabeth Ponce Cortez, Karina Elizabeth Salas Carrasco y Ricardo Antonio Sosa Manzano, quienes entregaron cuatro proyectos a los dueños de 16 departamentos para emprender las reparaciones.
Los inquilinos dialogaron con José Luis Sánchez, ingeniero del grupo en asesoría y ejecución especializada en cálculo estructural Colinas de Buen, para que hiciera la reestructuración y constatara el cumplimiento del Reglamento de Construcciones, “mientras que a nosotros nos correspondió la parte arquitectónica”.
El despacho propuso el empleo de contraventeos, “que no son esas equis de acero tradicionales para rigidizar inmuebles, sino una especie de triángulos verticales y diagonales”, reforzándolos con placas del mismo metal en los nodos de trabes y columnas; en la fachada fueron ampliadas las secciones de columnas y trabes sin utilizar contraventeos.
Una vez planteada esta idea, los alumnos han trabajado en la arquitectura final: fachadas, patio, estacionamiento, muros interiores y exteriores, espacios habitables y reordenamiento de instalaciones, siempre con un punto de vista artístico para contrarrestar la imagen de edificio reestructurado y proyectar una de obra nueva.
Los estudiantes Hernández Cruz y Navarro Ramos, explicaron que notaron que el edificio estaba en malas condiciones no sólo por el temblor, sino también por modificaciones a los departamentos que generaron inseguridad.
Detallaron que aun cuando “la fachada no tenía muchos problemas, sólo desprendimientos de recubrimientos, en el interior había daños en instalaciones y muros, pero fueron superados con el trabajo conjunto”.
El doctor Alcántara Onofre, asesor del proyecto, estimó que debido a los sucesos catastróficos, la rehabilitación y el diseño de interiores son áreas amplias a las que los alumnos podrán dedicarse, no obstante que en la Ciudad de México y el área metropolitana –con 21 millones de habitantes– “hay ya poco por construir”.
Los representantes de las 16 familias del edificio de Dinamarca se reunieron el pasado 25 de julio con el equipo de la UAM para elegir uno de los proyectos de rehabilitación del inmueble diseñados, y ahora los alumnos y el profesor se encuentran en el proceso de desarrollar un plan arquitectónico.
Fuente: Notimex.