8 Noviembre de 2021
México.- Cuando Mark Zuckerberg anunció planes ambiciosos para construir el «metaverso», una realidad virtual destinada a suplantar la internet y fusionar la vida virtual con la real prometió que se podría «hacer casi cualquier cosa que se pueda imaginar».
Pero puede que no sea tan buena idea
El director general de Facebook incluso rebautizó a dicha empresa como Meta para subrayar la importancia del esfuerzo. Al hacer el anuncio a finales de octubre, dijo que con el metaverso los usuarios podrán ir a conciertos virtuales con sus amigos, practicar esgrima con hologramas de atletas olímpicos y, lo mejor de todo, unirse a reuniones de negocios de realidad mixta en las que algunos participantes están físicamente presentes mientras que otros trasmitirán desde el metaverso como avatares, o dibujos animados.
Pero es muy fácil imaginar las desventajas. Supongamos que el metaverso también permite una versión mucho más grande, pero más personal, del acoso y el odio con el que Facebook lidia hasta hoy. ¿O evoluciona a una vasta colección de comunidades cerradas virtuales donde cada visitante es monitoreado, analizado y bombardeado con anuncios? ¿O renuncia a cualquier intento de restringir la libertad de los usuarios, permitiendo que estafadores, traficantes de personas y delincuentes cibernéticos cometan delitos con impunidad?
Imagina una campaña de acosadores en línea donde en lugar de frases por escrito hay en cambio un grupo de avatares enojados y el único escape es apagar la máquina, dijo Amie Stepanovich, directora ejecutiva de Silicon Flatirons en la Universidad de Colorado.
Esa es una de las razones por las que Meta podría no ser la mejor institución para llevarnos al metaverso, dijo Philip Rosedale, fundador del escape virtual Second Life, que fue una locura internet hace 15 años y todavía atrae a miles de habitantes virtuales. El peligro es crear espacios públicos en línea que atraigan solo a un «grupo polarizado y homogéneo de personas», dijo Rosedale.