24 de octubre de 2017
Guadalajara.- El urólogo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, José Alberto Aispuro Beltrán, señaló que a diferencia de hace dos décadas, son cada vez menos las muertes por cáncer de próstata gracias a la captación y abordaje oportuno de la patología.
Indicó que el hecho de contar con más información sobre los factores de riesgo para enfermedades en la próstata, y la opción de captar estas enfermedades con un análisis de sangre, contribuyen a que cada vez mayor número de varones acudan a revisiones periódicas.
En un comunicado, el experto dijo que si bien los cambios en la glándula prostática comienzan a partir de los 40 o 45 años en promedio, existen varones que presentan sintomatología a edades más tempranas.
Sin embargo, debido a que son cambios muy sutiles, los dejan pasar sin la atención adecuada, y esto conduce no sólo a molestias, sino a riesgos para su salud y en consecuencia, a su calidad de vida.
El médico del Seguro Social dio a conocer que empezar a tener necesidad de orinar durante la noche (nicturia), es un indicio de que la próstata está modificándose.
Añadió que este proceso, conocido como hiperplasia prostática, es benigno y va aparejado al efecto de la hormona masculina (testosterona) que progresivamente, conforme se avanza en edad, va produciendo un crecimiento paulatino en las células.
“Como la próstata va abrazando lo que es la uretra, conducto por donde sale la orina, conforme va creciendo la glándula, va comprimiendo la uretra y va disminuyendo el calibre y la capacidad de vaciamiento vejiga y poco a poco va reteniendo orina en cinco, 10,15, 20, 30 por ciento, ésta es la evolución normal en todos los hombres”.
Este vaciamiento incompleto, continuó, trae consigo una cadena de reacciones adversas.
“El problema principal, cuando no hay vaciamiento de vejiga, es el riesgo aumentado a desarrollar infección de vías urinarias”, pero también se puede presentar lo que se conoce como micción por rebosamiento, caracterizada por pérdida involuntaria de orina, debido a que la vejiga está demasiado llena.
Otras consecuencias es la vejiga de esfuerzo (cuando hay pérdida de orina ante actos como levantar objetos, toser o reír a carcajadas), vejiga neurogénica (cuando se dañan las terminaciones nerviosas de este órgano y se traduce en salida involuntaria de líquido urinario), y en casos más extremos puede haber daño a la función renal.
Ante esto, el médico recomendó a todo varón, a partir de los 40 años, o antes si tiene antecedentes familiares de cáncer de próstata, hacerse un examen consistente en la toma de una muestra de sangre (antígeno prostático), así como un tacto rectal.
Con estos estudios, se puede determinar la presencia tanto de hiperplasia, como de cáncer y ofrecer un tratamiento oportuno.
En el caso de la hiperplasia, dijo que de inicio se da tratamiento farmacológico que aminora el crecimiento de la glándula, pero su efecto es temporal, de manera que al final, prácticamente la totalidad de los varones (hasta 90 por ciento) requerirá de una cirugía para retirar el tejido prostático sobrante que está obstruyendo la uretra.
Si el hallazgo es un cáncer, el tratamiento va a depender de lo avanzado de la tumoración y en este caso por lo general, se retira por completo la glándula.