07 de Agosto de 2019
Más allá del discurso orientado a posicionar la percepción de que en materia económica las cosas están “requetebién”, lo cierto es que la cada vez más compleja realidad prevaleciente, en este ámbito en particular, parece estar obligando a más de uno al más alto nivel oficial a considerar “nuevas y más eficientes alternativas” orientadas a reactivar la actividad productiva, en aras de abonar a un mayor y más acelerado crecimiento y a la también urgente generación de empleos.
Y ello, ya en serio, no sólo por el negativo impacto que el magro crecimiento de 0.1% reportado entre abril y junio –que sí, evitó la formal declaratoria de una recesión técnica– causó igual en el sector privado que en el público, sino, en esencia, porque el mismo está urgiendo a la inmediata adopción de medidas, que, si bien mencionadas en algún momento, simple y sencillamente quedaron en su enunciación, cual es el caso de la ingente necesidad de “voltear la vista al sureste” que, para decirlo pronto, constituye la región que lastra el avance de la economía.
El consistente registro de crecimientos negativos del PIB estatal en Tabasco, Campeche, Chiapas y Oaxaca, o avances menores a la media nacional en Michoacán, Guerrero, e incluso Veracruz, podrían hoy, a la vista la definición de la propuesta de Presupuesto 2020 y dada la preeminencia que el tema parece conseguir en el círculo íntimo de Andrés Manuel López Obrador, derivar en la implementación de programas y estrategias que detonen el avance de la estratégica región… ¡más allá, por cierto, de propuestas tan absurdas como el Tren Maya o la cada vez más cuestionada refinería de Dos Bocas!
Tal es la situación (y la claridad respecto de la urgencia de activar tal región) que, a diferencia de lo que en otro momento se afirmó y aún hoy se asegura en los núcleos más radicales del lopezobradorismo, para cada vez más funcionarios del sector económico-financiero y del primer círculo del Ejecutivo, la referencia a “la práctica imposibilidad de alcanzar un crecimiento económico de 4% al final del sexenio” es una constante… algo que implicaría la aceptación del fracaso de la oferta de la administración aún en ciernes.
Veamos pues lo que viene…