4 de julio de 2018
Más de una ocasión en las últimas semanas, durante el segundo de los debates entre presidenciables y de manera particularmente notable a partir de entonces, el (ahora) derrotado candidato de Por México al Frente, Ricardo Anaya Cortés, pontificó que “en política se comete un error… (y) lo demás son consecuencias”. Hoy, el panista debe estar reflexionando sobre lo acertado de su sentencia…
Lo anterior viene a cuenta porque, como se ha insistido en éste y otros espacios, nada parece más evidente que, oficializado (en principio) el resultado de los comicios, el queretano atinó en su aserto y, digámoslo claro, que el mejor ejemplo de ello es precisamente él, que, en cuanto que autor y principal impulsor de la antinatural alianza de Acción Nacional con PRD y MC, no dudó en dejar de lado, literal, principios y valores tradicionales del partido que presidía, aun a sabiendas de que con ello socavaba seriamente la unidad y solidez del blanquiazul.
Ése y no otro, creemos, fue el error (político) que (haiga sido como haiga sido, perdón) cometió, primero, Anaya y que, luego de un larguísimo listado de otros más, consecuencia de aquel, mantienen ahora en entredicho la viabilidad en cuanto que partido representante de las derechas —“el de la gente de bien, decente…”, recordaría alguno—, el futuro pues, de la organización fundada por Manuel Gómez Morin.
¿O no es verdad que, de no haber insistido en dar forma a la cuestionada alianza con sus enemigos ideológicos y doctrinales de siempre, el PAN estaría (podría estar) hoy más sólido y unido, independientemente de lo ocurrido el domingo? ¿No es cierto que las antidemocráticas formas a las que recurrió: uso indebido de millones de spots y de la estructura partidista para imponer su propia candidatura presidencial y muchísimas más (de sus sumisos afines) a espaldas o ignorando la opinión de otros cuadros dirigentes, los gobernadores incluidos, acabaron socavando la confianza y unidad? ¿Existe alguien, entre los que de verdad saben, que ponga en duda el práctico desplazamiento de que fueron objeto muchos de sus correligionarios antes del arranque y durante el desarrollo de la campaña, en aras de incorporar nuevos rostros, perfiles y asumir compromisos que, al final, poco o nada acabaron aportándole?
Un error entonces, sí, pero también muchísimas “consecuencias” derivadas del mismo que terminaron por cancelar toda posibilidad de triunfo para Acción Nacional cuando, si somos sinceros, debió ser el PAN quien se beneficiara del marcado descontento social prevaleciente y, más, del llamado voto útil, del miedo o razonado, que finalmente acabó negándosele merced a la adopción de posturas confrontacionistas que, se cuenta ahora en los pasillos del búnker azul de Coyoacán, fueron originalmente concebidas muy lejos del mismo.
Un error político, pues, producto de la ambición personal y de la ausencia de respeto a normas democráticas y partidista elementales, más las gravísimas consecuencias de haber querido sustentar una campaña sobre las ruinas de un partido (casi) octogenario, explican lo ocurrido, o buena parte al menos…
Asteriscos
* Punto a favor del presidente Enrique Peña Nieto, al margen de opiniones, por el manejo de su primer encuentro con Andrés Manuel López Obrador que, a la vista de la inmediata reacción de los mercados, contribuyó a consolidar la percepción en favor de una transición ordenada y, esencialmente, en paz… Hoy, el tabasqueño estará con el CCE de Juan Pablo Castañón.
* Un año bastó a los veracruzanos para saber que no querían vivir un sexenio bajo la tutela, desde el gobierno estatal, de otro Miguel Ángel Yunes (Márquez), como evidenciaron las muestras de alegría popular que siguieron al tardío que del triunfo del moreno Cuitláhuac García hizo ayer el candidato de la dinastía… panista-perredista ahora.
Veámonos el viernes, con otro asunto De Naturaleza Política.
Twitter: @EnriqueArandaP