3 de octubre de 2018
Si bien ya en otras plazas visitadas en el marco de su gira de agradecimiento, Andrés Manuel López Obrador debió “sacar la cara” ya por algunos mandatarios estatales, presumiblemente, poco apreciados y, en contraste, defender a sus propuestos delegados especiales, lo cierto es que lo ocurrido entre viernes y domingo en Querétaro e Hidalgo evidenció no sólo innegables niveles de malestar ciudadano, sino también la existencia de un (muy) mal disimulado sentimiento de confrontación y revancha en sectores empoderados tras el incuestionable triunfo del tabasqueño.
Y esto, no sólo porque en los encuentros públicos que, acompañado por los gobernadores Francisco Domínguez y Omar Fayad, panista uno y priista otro, tuvo al término de su estadía en Querétaro capital o Pachuca con sus seguidores, aquellos hayan sido objeto de rechiflas y/o gritos de desaprobación por parte sino, esencialmente, porque atemperar los ánimos y acallar tales manifestaciones resultó, para el propio presidente electo, más difícil de lo que algunos pudieran creer.
Tal fue el escenario en las entidades citadas, y ahí están los testimonios difundidos a través de los más diversos medios de comunicación, de que López Obrador debió ofrecer su apoyo, así como testimoniar su absoluto respeto institucional a quienes hoy gobiernan y con quienes, con ambos casos, minutos antes había mantenido fructíferas conversaciones orientadas, desde ya, a definir los rasgos principales a seguir en cada una de las entidades… igual que antes lo hizo en los estados que primero visitó a partir del 17 de septiembre.
Preocupa, entonces, que tras la mayoritaria decisión de avalar al próximo régimen, existan quienes asumen, en ello, la posibilidad de cobrar viejos agravios y/o supuestas afectaciones —algo que hoy por hoy es más que claro en el ámbito de las redes sociales— cuando, digámoslo así, si de algo estará urgida la administración sexenal por asumir será de la unidad y del consenso entre todos… en torno a sus particulares propuestas, sin duda.
A lo anterior, por otra parte, habría que volver a insistir en la escasa aceptación que, por parte de gobernadores de todas las fuerzas políticas está teniendo la decisión (presidencial) anticipada de designar una suerte de representantes plenipotenciarios aun cuando con ello, de manera más que evidente, se lesione la soberanía de los estados.
ASTERISCOS
* Este mediodía, en las instalaciones del búnker azul de Coyoacán, Manuel Gómez Morin sumará ya de manera oficial a su esfuerzo por alcanzar la dirigencia de Acción Nacional, tanto al otrora anayista Ernesto Ruffo como a José Luis Espinosa. Lo dicho entonces: la puja será entre los restos del panismo doctrinarioy el pragmático y liberal anayismo, representado ahora por el gris-gris Marko Cortés.
* Discreto, sin mayores pretensiones, el titular de Economía Ildefonso Guajardose dejó ver en un restaurante de Polanco acompañado sólo del Juan Carlos Baker y su esposa Karla Mendoza en lo que, supimos, no fue, sino una muestra de agradecimiento a la familia del subsecretario que, real, fue su “segundo” en la negociación con Estados Unidos y Canadá.
* Controversiales cuando no ridículas, por oportunistas, al menos, dos de las decisiones políticas tomadas al amparo del cincuentenario de los trágicos sucesos del 2 de octubre de 1968: el retiro de placas alusivas a su inauguración en estaciones del Metro, de José Ramón Amieva y, también, la inscripción referida a los hechos, impuesta en San Lázaro por la mayoría morena.
* Punto a favor del INAI, la decisión del pleno que encabeza el magistrado Francisco Javier Acuña de ordenar a la Procuraduría General de la República (PGR) de Alberto Elías Beltrán, hacer pública la averiguación previa realizada por ella sobre el caso Odebrecht, en abono a la transparencia y respuesta al reclamo social contra la corrupción. Bien.
Veámonos el viernes, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter:@EnriqueArandaP