13 de Marzo de 2020
Al margen de que a muchos haya parecido “extrema”, la decisión del gobierno estadunidense de cancelar el aterrizaje en su territorio de aeronaves procedentes de Europa, lo cierto es que ante la explícita tipificación de la expansión del COVID-19 como pandemia mundial por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la medida constituye un acto de responsabilidad preventiva para con la sociedad que hoy, lamentablemente, no vemos aún de parte de nuestras autoridades.
Esto, independientemente de la multiplicación de casos confirmados de infección —“quince hasta ayer más un centenar en proceso de evaluación”— en al menos una decena de entidades y, claro, la extendida percepción de que la administración federal y de la gran mayoría de las estatales, dada su coordinación-vinculación en el marco del aún hoy desregulado Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), que encabeza el (inexperto) Juan Antonio Ferrer, antropólogo de profesión, no sólo carecen de una propuesta estratégica para evitar daños mayores a la población, sino que también adolece de una gran cantidad de fármacos indispensables para la atención de (niños) enfermos de cáncer y/o VIH, por ejemplo, que hoy, perdón, siguen alentando toda suerte de manifestaciones y protestas… lo que hace pensar que el fenómeno pudiera repetirse en este caso.
La sola ignorancia de la advertencia “implícita” en la medida adoptada por el gobierno norteamericano, en lo que refiere a su disposición a cerrar su frontera con México si ello fuera menester a consecuencia del agravamiento de la situación, es, por otra parte, a decir de analistas y autoridades financieras, una suerte de apuesta temeraria en razón de la extrema dependencia de la economía mexicana del vecino del norte, al margen del grave riesgo que la sola posibilidad de actuar a manera de “pista de aterrizaje alterna” para viajeros del viejo continente que quieran llegar a la Unión Americana, conllevaría.
Vale decir, entonces, que, al margen de posicionamientos de orden político respecto de anteriores administraciones en situaciones similares a la que ahora se vive, la del panista Felipe Calderón en 2009, en particular, bien haría el gobierno de la 4T en evaluar al menos los protocolos aplicados entonces y que, en medio de una crisis económica global peor de la que ahora comienza a evidenciarse, permitieron superar riesgos sanitarios de similar dimensión.
Es verdad que ya algunas instituciones: empresas, iglesias y universidades públicas y/o privadas de manera destacada comenzaron a adoptar medidas de cara a la multiplicación de casos de infección que, propios y extraños, estiman deberán incrementarse en los próximos días, sin embargo, será la definición de un programa oficial, de aplicación generalizada, lo que evite problemas de pánico y expansión por falta de medidas… o peor, por confiar sólo en otros datos que, presuntamente, sólo nuestras autoridades poseen.
Hoy ya vamos tarde.
ASTERISCOS
* Mientras, en San Lázaro, diputados de Morena, y de los partido del Trabajo, Encuentro Social y Verde Ecologista que, en los hechos, atienden a las consigna del ebradista Mario Delgado, aprobaron reformas para que el gobierno pueda concretar el caprichito de rifar el avión “que ni Obama tiene”.
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.