De naturaleza política
15 de Enero de 2017
Si bien, hasta el momento al menos, nadie medianamente serio apostó al cien por el previsible resultado de los ¿trabajos? del circo en que, por irresponsabilidad (política), incapacidad o inexperiencia legislativa de una buena parte de sus integrantes, se convirtió la Asamblea encargada de elaborar la Carta Magna de la naciente Ciudad de México, lo ocurrido entre la noche del viernes y la madrugada de ayer sábado constituyó el mejor argumento a favor de quienes refieren a su virtual empantanamiento.
Y esto, no sólo por la excesiva lentitud y complejidad que, desde el inicio de sus labores, se evidencia en cada una de sus sesiones sino, fundamentalmente, porque en el referido lapso, “un (simple) problema de procedimiento”, como lo definieron algunos de los presentes, detonó un debate de tal envergadura que, al tiempo que su presidente, el no-perredista y no-moreno Alejandro Encinas Rodríguez insistía en cantar, en realizar la declaratoria de aprobación del artículo 21, se multiplicaban las voces en contra hasta lograr que, al filo de las 3 de la mañana, el asunto se dejara en manos de la Mesa Directiva y/o de Diálogo Interpartidista que al final —“ahora sí que en lo oscurito…”— decidirá lo procedente con el mismo y con las múltiples reservas planteadas, fundamentalmente, por el panista Roberto Gil Zuarth respecto del mismo.
Un simple problema de procedimiento que, insistamos, dejó en suspenso los trabajos de la Constituyente como, en otro momento, lo han hecho los radicalismos y/o (auténticas) puntadas que intentan convertir en ley quienes ignoran la trascendencia del trabajo que han sido convocados a realizar o, más, la falta de disposición para anteponer el superior bienestar de la ciudadanía capitalina sobre los particulares intereses de partidos, tribus y/o personas en particular.
Este lunes, cuando inicien la discusión del artículo 22 de la propuesta en proceso y 16 días escasos antes que concluya el tiempo con que cuentan para poner en manos del cuestionado jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, el resultado de sus trabajos, los constituyentes tendrán frente a ellos el reto de aprobar algo así como 54 artículos, una veintena de transitorios y, obvio, de resolver las reservas a un par de numerales del dictamen de la primera comisión y media docena al menos a otro más de la segunda… más los que se acumulen.
Legislar entonces a contrarreloj, sabiendo que a la media noche del 31 de enero, “como la carroza en el cuento de Cenicienta, la Asamblea se convertirá en calabaza…”, no es el mejor augurio si de elaborar un ordenamiento rector para la ciudad más poblada del país, y del mundo si consideramos el área conurbada, se trata.
Menos, mucho menos, si la prisa para dar forma a aquel, desde siempre, no tiene otro origen que un vulgar cálculo político…
ASTERISCOS
* No acaba de consumarse aún la selección de quien habrá de representarles en la puja por la sucesión de Rubén Moreira en Coahuila, en junio, y la desmedida ambición de poder que igual afecta a su presidente Ricardo Anaya Cortés, que a quienes aspiran al cargo —Guillermo El compayito Anaya y Luis Fernando Salazar, entre otros— desbordó ya “el (supuestamente) democrático proceso” de selección y, hoy, amenaza con fracturar la cada vez más precaria unidad del panismo local… De pena, ¿no?
* Digno de atención el reporte Tendencias Globales que la pasada semana dio a conocer el Departamento de Inteligencia estadunidense en el que, entre otras cosas y a la vista las reacciones violentas por el llamado gasolinazo en México, advierte que “los votantes podrían inclinarse (en 2018) hacia una oposición más izquierdista que dé marcha atrás a las reformas y acuerdos, si éstos no reducen la brecha económica”.
Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política.