6 de julio de 2018
No acaban aún de “digerir el golpe” recibido ni de recordar, siquiera, las características del tráiler que, literal, les pasó por encima el pasado domingo y los partidos políticos, los tres más importantes al menos, iniciaron ya sendos procesos de reflexión e interna confrontación orientados a tratar de garantizar su sobrevivencia ahora en riesgo, vía su eventual reestructuración y/o refundación.
En las últimas horas, efectivamente, a la vista de los resultados de los pasados comicios, igual dirigentes de turno que liderazgos tradicionales del Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) han comenzado a dar pasos hacia una eventual “toma por asalto”, o defensa en su caso, de las estructuras de control-poder, y presupuesto claro, de sus respectivas formaciones, justificando su actuar en la pobre participación de las mismas en la pasada elección… la peor de las últimas décadas en todos los casos, sin duda alguna.
Así, los más diversos y tradicionales liderazgos del tricolor: desde la dirigencia en turno encabezada por René Juárez Cisneros y Claudia Ruiz Massieu, identificada con el gobierno y, más, con el presidente Enrique Peña Nieto, hasta los críticos más moderados —Manlio Fabio Beltrones y/o Miguel Ángel Osorio Chong, por citar sólo a dos de ellos— hasta los más radicales antipeñistasliderados por personajes difíciles, como pudieran ser la yucateca Ivonne Ortega y el oaxaqueño Ulises Ruiz, han comenzado a enderezar sus baterías y a hablar de una reestructuración a fondo que iría desde un cambio (cosmético) de perfil del otrora partido único, hasta su eventual refundación y cambio de identidad inclusive.
Inmerso en la profundísima crisis de identidad y unidad provocada por la terca decisión de unir su destino al de la declinante izquierda, lo que vemos ya, y es factible adivinar sucederá en el blanquiazul, no es demasiado distinto como lo evidencian la constitución de la Asamblea de Gobernadores de Acción Nacional —José Rosas Aispuro, Francisco Domínguez, Martín Orozco, Carlos Mendoza Davis, Francisco Cabeza de Vaca y Carlos Joaquín— que antes de la elección incluso ofreció colaborar “con quien resulte ganador…” sin sugerir siquiera que el mismo pudiera ser Ricardo Anaya y destacaron que lo que Acción Nacional requiere ahora es “un reencuentro con sus orígenes, ideales y principios…” y la renovación de su dirigencia nacional “garantizando la equidad, legalidad e imparcialidad del proceso”, la explícita oposición al queretano y quienes con él controlan el partido por parte de los llamados “senadores rebeldes” liderados por Ernesto Cordero y Jorge Luis Lavalle o, sólo por no omitirlo, los ridículos “autodestapes” que en las últimas 48 horas han protagonizado anayistas tales como Ernesto Ruffo y, ¡aunque no lo crea!, el gris-gris Marko Cortés.
En el sol azteca, la opción más socorrida —“y no de ahora, sino de mucho tiempo atrás”— no parece ser otra que la traición-dimisión en favor de la izquierda triunfante aunque, quizá para hacer más procesable el mal trago, Héctor Bautistay Juan Zepeda, de Alternativa Democrática Nacional ambos, refieren a aquella como un cierre de filas con el futuro jefe del Ejecutivo. Ello, sin duda, sin el aval ni apoyo de la decadente Nueva Izquierda de los cada vez menos presentables Chuchos, o de Vanguardia Progresista, la tribu de Miguel Ángel Mancera que ni perredista ni panista es, aunque se beneficia de ambos…
La guerra por las franquicias está en marcha…
ASTERISCOS
* Crecientes, consistentes versiones según las cuales, apenas sea designado, ya de manera oficial, Presidente electo para el periodo 2018-2024, Andrés Manuel López Obrador definirá a su equipo más cercano que, entre otros, incluirá a Julio Scherer Ibarra, coordinador regional durante su exitosa campaña, como titular de la Consejería Jurídica de la Presidencia.
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP