13 de febrero de 2019
A la vista el comportamiento cotidiano de algunos de sus actores más relevantes —“los que están o creen estar más cerca del jefe…”, diría alguno de ellos— y aun aceptando que el lopezobradorismo es, en cuanto que fenómeno político, uno e indivisible (hasta ahora), nada impide pensar que ni la nueva administración sexenal ni, menos, el partido del que (formalmente) aquella emanó, Movimiento Regeneración Nacional (Morena), gocen de tales características…
Y esto no sólo como resultado de las naturales diferencias que es previsible esperar en un gobierno nuevo, con una composición tan diversa de sus principales cuadros e, incluso, ideológicamente plural sino, esencialmente, porque cada vez parece más obvio que los objetivos e intereses de unos y otros de sus integrantes no son necesariamente los mismos —salvo en lo referente a lo dispuesto por Andrés Manuel López Obrador— y por momentos, incluso, se evidencian hasta diferentes o, más, claramente antagónicos.
Ahí está, como ejemplo, la disputa que la muy diferente manera de entender (y atender) la exigencia presidencial de “transparencia total” suscitó entre la secretaria fifí Olga Sánchez Cordero, de Gobernación, y la activista Irma Eréndira Sandoval, de Función Pública, que, se dice, forzó incluso al jefe del Ejecutivo a ser él quien directamente la resolviera o, más, las críticas que por un acción similar a la de la primera —pretender ocultar una propiedad millonaria en su declaración patrimonial— mereció el cuestionadísimo Javier Jiménez Espriú de sus propios compañeros que, con frecuencia, se refieren a él como “el secre que así como hoy dice una cosa, mañana dice otra…”.
O bien, el más reciente diferendo surgido entre la administradora de turno de Morena, Yeidckol Polevnsky, con el coordinador senatorial, Ricardo Monreal, por la elección de candidato al gobierno de Puebla en las extraordinarias de junio que, ya ayer, llevó al zacatecano a intentar cerrar la polémica deseando, irónicamente, a aquella… ¡que Dios la ayude!…
Unidad, pues, ni en el gobierno, en cuanto tal, ni en Morena existen como, en contraste, sí se acumulan evidencias de, al menos, tres grupos con poder relativo: los denominados pragmáticos, con Julio Scherer, Andrés Manuel Andy López Jr., Alfonso Romo, Fernando Manzanilla y hasta el impresentable Epigmenio Ibarra a la cabeza; los neomorenos de Marcelo Ebrard, Zoé Robledo, Carlos Urzúa o la propia Sánchez Cordero, y también los morenos-morenos de César Yáñez, Gabriel García, John Ackerman, Yeidckol, Sandoval, El Culto Taibo y comunicadores al frente ahora de medios públicos…
Tres visiones al menos, en su caso, de hacer gobierno, de concretar intereses personales o de grupo y, en resumen, dar curso a eso que todos ellos llaman la 4T, aunque, a fuerza de ser sinceros, nada parece más obvio, sino que todos y cada uno de ellos la entiende de una manera singular y, sin lugar a dudas, personalísima…
ASTERISCOS
* Ahora sí que haiga sido como haiga sido, Acción Nacional tiene ya, en la persona de Óscar Vega, a su candidato a retener, para la causa azul, la gubernatura de Baja California, aun cuando, desde ya, se da por sentado que deberá hacerlo solo, sin apoyo de Kiko, el actual gobernador, panista como él…
* Ayer, finalmente, Joaquín El Chapo Guzmán fue declarado culpable de diez cargos que le hizo el gobierno estadunidense. Cadena perpetua, con seguridad, será su sentencia, mientras aquí no pocos se preguntan si ocurrirá algo con la delicada información sobre el país que en el juicio se ventiló…
* De concretarse las expectativas que ayer, en Cuernavaca, corrían en torno a Casa Morelos, la presencia hoy del gobernador Cuauhtémoc Blanco en la Fiscalía General deberá constituir el inicio del “calvario” del indefendible Graco Ramírez y los suyos, que, dicen, serán acusados de corrupción…
Veámonos el viernes, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP