5 de febrero de 2018
Independientemente de quién entre los candidatos a suceder al presidente Enrique Peña Nieto resulte ganador en los comicios del próximo julio, nada parece más claro ya hoy que la LXIV Legislatura será, a nivel Cámara de Diputados, al menos, una legislatura mayoritariamente de izquierda…¡eventualmente por mucho!
Y esto, no porque las fuerzas o, menos aún, los candidatos (no pocos literalmente impresentables) de esa filiación vayan a “arrasar” en la disputa por las curules de San Lázaro, sino por el positivo impacto que las antinaturales alianzas electorales suscritas con Acción Nacional y Encuentro Social, el partido-secta, acabarán recibiendo —en captación de votos, se entiende— igual a los nominados por Movimiento Ciudadano y el de la Revolución Democrática o, en su caso, el Movimiento Regeneración Nacional y el cuestionadísimo Partido del Trabajo.
Tan clara es la expectativa, vale decir, que a la vista las más recientes encuestas y/o sondeos realizados, los eventuales triunfos de la izquierda-izquierda lopezobradorista por ejemplo, o de la izquierda institucional —“cada vez más light”— representada por el sol azteca, bien podrían contar con bancadas de entre 140 y 170 diputados la primera, y de entre 40 o 60 la segunda que, sumados a los que, finalmente, puedan captar naranjitas y petistas, bien podrían exceder la mayoría relativa y, en una de esas la mayoría calificada, incluso, con apoyo de algunos tricolores,verdes y/o turquesas ideológicamente proclives a no pocos de sus posicionamientos.
Tal convicción, más la evidente necesidad de garantizarse los votos de la izquierda light por ejemplo, podríamos aventurar, es lo que mueve a no pocos dirigentes o militantes del otrora “partido de las derechas”, el PAN, a comentar su íntima convicción de que, a medida que avance la campaña, su autodesignado candidato Ricardo Anaya irá asumiendo posturas cada vez más de izquierda, so pena de perder apoyo de algunas de las tribus perredistas —“no la de Los Chuchos, pues éstos se acomodan a lo que venga…”, diría alguno— que siguen viendo con recelo al queretano, particularmente, por la manera escasamente democrática a través de la cual consiguió hacerse con la nominación de la alianza tripartidista.
Lo anterior, que en un primer momento podría no ser más que un dato anecdótico a considerar de cara a las más confusas y difíciles elecciones federales de las últimas décadas, sin embargo, no parece ser un elemento del todo despreciable puesto que, al margen de quién, finalmente, se levante con el triunfo en las presidenciales, nada impide prever que a nivel Legislativo se tejan acuerdos que un día sí y al otro también pongan en entredicho la vigencia de las alianzas citadas.
ASTERISCOS
*Apenas al concluir la antidemocrática simulación que representó el llamado periodo de (pre)campañas, los aspirantes a la Presidencia por la vía independiente deberán cerrar la recolección de firmas de apoyo a su aspiración para que en la primera quincena de marzo, el Instituto Nacional Electoral formalice que Margarita Zavala, Jaime Rodríguez y Armando Ríos Piter estarán en las boletas.
* Un año después de iniciada su gestión, el poblano Antonio Gali destacó haber cumplido ya 15 de los 22 compromisos del Plan Puebla firmados ante notario durante su campaña y aseguró que, en lo que resta de la misma completará el trabajo, centrando su atención en mejorar las condiciones de vida de 300 mil personas que viven hoy en situación de pobreza extrema.
* Al arranque del último periodo de la actual legislatura federal, el mandamás de la fracción senatorial tricolor, Emilio Gamboa Patrón, destacó los beneficios que ya arroja la Reforma Fiscal apoyada: disminuyó la dependencia de los ingresos petroleros al duplicar el número de contribuyentes, lo que permite al país tener más y mejores servicios.
Veámonos el miércoles, con otro asunto De naturaleza política.