15 de julio de 2018
Prácticamente desde el inicio del proceso electoral recién concluido, muchos, muchísimos meses antes incluso, Andrés Manuel López Obrador asumió para sí, de manera exclusiva y absoluta, la facultad de definir el contenido, rumbo y gradualidad del debate público que hoy, dos semanas después de arrasar y dejar prácticamente en artículo mortis a sus opositores partidistas, continúa determinando.
El tabasqueño ha sido, es, y por obvias razones seguirá siendo, el indiscutido dueño y rector de la agenda pública —“porque así lo quiere; porque ésa es su forma de hacer política…”— y, más, porque quienes debieran disputarle la atención ciudadana, los hombres del poder político y/o económico, así como los más importantes personajes de los poderes fácticos: Iglesia, ONGs, Ejército y medios, entre otros, parecen haber abandonado la plaza pública o haberse replegado, al menos, en aras de posibilitar una transición tersa y ejemplar los primeros y, todos, a construir una buena relación con el próximo gobierno.
¿O no es cierto que, apenas confirmado su avasallador triunfo en los pasados comicios, López Obrador comenzó a actuar no sólo como candidato ganador, que lo es, sino en los hechos y cuando estamos a más de cuatro meses del relevo institucional a nivel Ejecutivo, como una suerte de mandatario alterno o, por momentos, en funciones que, de manera pública, define desde ya el rumbo del país, realiza nombramientos, anuncia iniciativas de reforma, lanza retos y dialoga con unos y otros, con sus afines y con quienes hace apenas unos días le censuraban, aportando con ello a un debate público que no parece tener final?
Todo, especulemos, con el exclusivo propósito de “quemar etapas”, adelantar programas para sopesar la reacción popular, sí, pero, sobre todo, para mantener fija en sí y en lo que él representa la atención de propios y extraños, algo que huelga afirmar, consigue con creces…
Apenas el viernes, por sólo citar el caso más reciente, la presencia de media docena de altos funcionarios del gobierno estadunidense en su cuartel general de campaña abonó a su causa.
El solo hecho de poder dialogar ahí con el secretario de Estado, Mike Pompeo, y con sus similares del Tesoro y de Seguridad, Steven Mnuchin y Kirstjen Nielsen, respectivamente, más el yernazo videgarayista, Jared Kushner, le llevaron a disputar titulares con el Presidente, lo que no necesariamente es malo y, más, a evidenciar el protagonismo del próximo titular del Ejecutivo e, insistamos, de su manera de hacer política: ¡Siempre ante las cámaras, bajo los reflectores; siempre polémico…!
Hoy, en concreto, López Obrador inicia el que será un primer periodo de descanso, hasta el próximo viernes, luego de meses de intenso activismo y permanente presencia pública. Se le va a extrañar… (“¡y ése es el propósito!”, aclararía uno de los suyos).
ASTERISCOS
* A decir de no pocos, la semana que comienza podría constituir el espacio idóneo para que el presidente Enrique Peña Nieto realice cambios en su gabinete, de cara al cada vez más inminente cierre de su administración. Un par de ellos, al menos, los más importantes, se asegura, podría contar con el visto bueno de su sucesor… ¿apostamos cuáles?
* Hoy mismo, de confirmarse versiones que circulan entre cercanos al lopezobradorismo, aunque más con fines de vacaciones que de otra índole, ciertamente, la presidenta del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Yeidckol Polevnsky, viajará a La Habana, Cuba…
* De pena ajena, por no decir más, el triste papel de demócratas y dialogantes que no pocos gobernadores de extracción priista, perredista o panista debieron cumplir el viernes, durante el encuentro entre AMLO y la Conago. Los de Chihuahua y Veracruz fueron los más observados… llamó especialmente la atención…
Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter:@EnriqueArandaP