28 de Junio de 2019
A la vista de lo ocurrido ayer en San Lázaro, nunca el Congreso de la Unión, la Cámara de Diputados en particular, debió ser considerado como instancia idónea para aprobar una propuesta de Plan Nacional de Desarrollo de un gobierno. Nunca, porque, a juzgar por el comportamiento de la aplastante mayoría del partido-gobierno, Morena y “socios” al arranque del segundo periodo extraordinario, cumpliendo consignas extralegislativas, y el pobre e ineficaz papel jugado por la oposición de PAN, PRI y PRD, el único perjudicado con lo sucedido es México.
Y esto, porque si bien la aprobación (sin cambios ni agregados) de la propuesta oficial se daba por hecho, la forma en que ello se hizo no sólo evidencia el absoluto sometimiento —“como en tiempos que parecían olvidados…”— de diputados afines al lopezobradorismo a la instrucción recibida, sino, también, la carencia de voluntad del Ejecutivo de gobernar teniendo a la vista un plan estratégico elaborado con absoluto rigor metodológico y atención a los mandatos legales, con prioridades nacionales específicos, objetivos y estrategias definidas, metas claras y indicadores de cumplimiento medibles.
Parecería, perdón, que lo único importante es cumplir con promesas realizadas en el marco de la pasada campaña político-electoral, aun cuando ello implique dejar de lado la atención de las funciones esenciales del Estado o, como definiera alguno de sus detractores (este Plan) “no promueve el desarrollo por ser un documento hecho al vapor y cuya mejor promesa de futuro es la añoranza nostálgica de un pasado autoritario, una economía estatizada y un presidencialismo omnipresente”. No es el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 que se esperaba sino, insistamos, un manifiesto político o, peor, una proclama ideológica…
Huelga decir que, al margen de consideraciones de otra índole, la aprobación de la referida propuesta encendió toda suerte de alarmas al más alto nivel del sector privado nacional —“en Coparmex de manera notable…”— igual que en órganos autónomos y organizaciones de la sociedad civil —ambientales y del área ciencia y tecnología, por ejemplo— al ver seriamente cuestionadas y/o en grave riesgo políticas y programas (algunos ya en marcha) que por años han permitido avanzar en el desarrollo de un mejor país y, más importante aún, el conseguir esto en un entorno de libre participación y respeto a propuestas y posicionamientos de todos.
El debate apenas comienza, es cierto, pero apunta a escalar en forma importante.
Asteriscos
* Desde ayer, la alcaldía de Ciudad Juárez despliega una intensa campaña orientada a concientizar a migrantes del riesgo que implica tratar de cruzar la frontera a través del río Bravo. “Cuando aceptamos apoyar a la Guardia Nacional en la tarea de cuidar el bordo, lo hicimos con la intención de salvar vidas y así seguiremos”, estableció el alcalde Armando Cabada.
* ¡Vaya dura y atinada crítica! la que en Chihuahua hizo el presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos, doctor Abel Flores Ramírez, a la “limitada reforma para combatir la corrupción” de Andrés Manuel López Obrador pues, dijo, “si no impulsamos cambios estructurales y el combate se mantiene sólo en el discurso, seguiremos padeciendo…” (los mismos males)…
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.