14 de Junio de 2020
De pronto, el país se les tornó naranja…
Atrapado en su propia retórica mañanera y, claro, en medio de una crisis de carácter sanitario y económico sin aparente salida —“no en el corto plazo, al menos”—, Andrés Manuel López Obrador parece no alcanzar a ver ahora el desastre ecológico al que las más recientes decisiones de su gobierno, orientadas a revertir políticas que favorecen el uso de energías limpias, más la práctica inhabilitación presupuestal de las entidades públicas responsables del cuidado y preservación del medio ambiente, están conduciendo a México.
Luego que, apenas el lunes 5, una veintena de exfuncionarios del área ambiental le conminaran a asumir las medidas necesarias para no heredar “a los jóvenes un país con una naturaleza sucia y pobre e instituciones incapaces” y le recordaran que si bien México se mantiene aún como el cuarto país con mayor biodiversidad del planeta, ello puede estar en riesgo por decisiones como las citadas, lo mismo que la posibilidad de cumplir (como país) con el compromiso asumido hace apenas un lustro en el marco del llamado Acuerdo de París de que, para el 2024, el 35 por ciento de la energía producida en el territorio lo será vía fuentes renovables.
El hecho de que, ahora, el presupuesto integrado del sector ambiental muestre una caída cercana a 50 por ciento respecto del aprobado ¡hace ocho años! —“al cierre del calderonismo…”— más la emisión del decreto por el cual se ordena a todas y cada una de las instancias públicas reducir 75 por ciento sus erogaciones en servicios y gastos generales tiene al borde de la desaparición, cuando no en franco proceso de formalización de ésta, a la mayor parte de las instituciones, sin entender que su erosión impedirá a México y a su gobierno contribuir a enfrentar a nivel global los más urgentes retos que plantea el futuro, como son el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad.
Llama particularmente la atención la advertencia de los especialistas sobre el grave daño que, aseguran, provocará la explícita intención de él y quienes operan el sector energético —los impresentables Rocío Nahle y Manuel Bartlett, más el (casi) agrónomo Octavio Romero— de volver a prácticas dejadas atrás ¡hace al menos cuatro décadas! en lo que a generación de energía se refiere, con el único propósito de reestatizar en lo posible el sector y dar vida (artificial) a (lo que queda de) Pemex y la CFE… lo que hasta el momento ha sido frenado por la justicia federal, vía la simple aplicación de la legislación vigente, pero que, se insiste en altos círculos del oficialismo, “tarde o temprano” sucederá.
Cuidado…
asteriscos
* Cuando muchos al más alto nivel del gobierno de la Cuarta Transformación apostaban a que la ilegal imposición de la impresentable Rosario Piedra Ibarra en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) “quedará como está”, dos jueces colegiados solicitaron a la Suprema Corte de Justicia atraer un par de amparos en contra de ello, los cuales hoy estudian ya los ministros Luis María Aguilar y Alberto Pérez Dayán. Habrá sorpresas, prometen.
Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política.