21 de enero de 2018
Washington.- El primer año de la administración de Donald Trump estuvo marcado por el caos y la incertidumbre por su estilo de gobernar, y aunque sus políticas han impactado favorablemente a la economía estadunidense, el cierre de gobierno a partir de este sábado pareció abonar a esa percepción.
Trump, quien en la campaña presidencial alardeó sus dotes como maestro del arte del acuerdo, fue incapaz de superar diferencias con los demócratas y lograr un consenso aceptable para aprobar un presupuesto para mantener abierto el gobierno, opacando así la celebración que tenía prevista por la ocasión en su club de Mar-a-Lago, en Florida.
Para Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano, la renuencia de Trump para modificar o moderar su controversial estilo de llevar las riendas de gobierno, contrario a lo que algunos politólogos anticiparon, sólo hace anticipar que este año será en cierta medida une extensión de lo vivido los pasados 12 meses.
“Ha sido un año de mucho caos y de mucha incertidumbre, y de un giro para un país que era más o menos predecible en ciertos parámetros históricos, (pasando) a un país impredecible”, apuntó.
Para el experto esta situación ha sido producto solamente del mandatario. Desde su estilo, su forma de ser, de hablar, algo que dijo, no tiene precedentes en Estados Unidos, y cuyo impacto ha ido más allá de las fronteras del país.
Consideró que a nivel internacional ha habido un abandono del protagonismo de Estados Unidos en temas mundiales, como lo evidenció la salida del país del Acuerdo de París sobre Cambio Climático y del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP).
“Esto ha sido un fuerte golpe para Estados Unidos y algunas encuestas revelan la caída dramática de la reputación de Estados Unidos en el mundo, y eso se debe en gran medida a Trump, pero también a la falta de funcionalidad del sistema político de Estados Unidos”, consideró.
Una encuesta de la firma Gallup, dada a conocer el jueves pasado, mostró un marcado descenso en la aprobación de Estados Unidos a nivel internacional, siendo superada ahora por Alemania, que se ubicó en primer lugar, y aún detrás de China, superando apenas por tres puntos a Rusia.
A nivel nacional, Trump cerró el primer año de su gobierno con un nivel de aprobación de 39 por ciento, el más bajo para un mandatario en la historia moderna del país en los primeros 12 meses de su administración, según el sondeo conjunto dado a conocer el viernes pasado por el diario The Wall Street Journal y la cadena televisora NBC.
Juan Carlos Hidalgo, analista del instituto CATO, una agrupación sin afiliación política, coincidió en considerar que el primer año de gobierno de Trump no se parece a nada al de sus predecesores, calificándolo como uno de «sumas y restas».
“Claramente ha sido un gobierno inusual, marcado por controversias, crisis auto infligidas de parte del presidente, quien ha deteriorado aún más el nivel del debate político en Washington con su vulgaridad, su chabacanería, sus declaraciones cargadas con connotaciones racistas”, dijo.
Consideró que con su forma de gobernar, Trump ha llevado la discusión política a un nuevo nivel, “y eso ha sido la tónica de estos 12 meses. Una administración en constante polémicas, en constante crisis de imagen”.
El mandatario ha enfrentado reveses que complicaron el inicio de su gestión, desde el bloqueo inicial impuesto por cortes federales a su prohibición migratoria contra varios países; su intención de negar fondos a estados y ciudades con políticas de protección a inmigrantes y más recientemente, su orden para poner fin al Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).
El caos se ha manifestado también en su aparato de gobierno, tras la salida de varios de sus colaboradores más cercanos en la Casa Blanca, notablemente su jefe de Gabinete, Reince Priebus, y la imprevista renuncia de su secretario de Salud, Tom Price, sin contar las tensas relaciones con su procurador de Justicia, Jeff Sessions, y su secretario de Estado, Rex Tillerson.
Hidalgo consideró que Trump tuvo logros significativos en materia de política interna, notablemente la reforma tributaria, la primera en 30 años, así como en materia de regulación.
Destacó que la confianza de los empresarios va al alza debido a que la incertidumbre regulatoria ha desaparecido, y ello se ha reflejado en los mercados financieros, a la vez que la economía crece a un 3.0 por ciento y el desempleo continúa disminuyendo
“Por lo que toca a las formas, ha sido un año deprimente por el nivel del debate político; por las constantes polémicas del presidente; sus ataques infundados contra medios de comunicación, contra líderes empresariales”, señaló.
Sin embargo, consideró que no todo ha sido positivo en materia de política pública, donde observó puntos negativos a partir de un marcado proteccionismo, y por una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en la que “ha venido haciendo demandas que parecen destinadas al dar al traste con la negociación, más que lograr una exitosa”.
“La posibilidad de una guerra comercial con China, permanece latente. El tema migratorio tiene su arista económica, y las posiciones de la administración Trump atentan contra el beneficio que la mano de obra de los inmigrantes da a la economía estadunidense. Yo diría que ha sido un año de sumas y restas”, agregó.
Shifter, de Diálogo Interamericano, consideró que a partir de lo sucedido en los pasados 12 meses, y dada la fuerte personalidad de Trump y su intransigencia en temas de política, con las constantes oscilaciones, se antoja difícil anticipar un escenario diferente este año.
“Creo que no hay señales claras de que haya una capacidad para que el presidente cambie. La gente está pendiente de ello, pero creo que es ingenuo pensar que va a ser distinto en los próximos años. No creo que lo podemos esperar. Creo que el mejor supuesto es que básicamente va a ser muy parecido”, concluyó.