22 de septiembre de 2017
México.- Entre las miles de historias de héroes que quizá no se contarán, se encuentra la de Jaime Espino, un ingeniero civil y habitante de la colonia Nápoles, quien poco después del sismo se dirigió a los edificios colapsados para ofrecer ayuda y conocimientos.
Narra que a su llegada los inmuebles dañados en Gabriel Mancera y la calle de Escocia se encontraba ya un gran número de personas retirando escombros, por lo que junto a otro grupo de voluntarios decidió crear un frente para organizar los movimientos.
«Es lo que ves, hay gente en todos lados queriendo ayudar pero lo que falta casi siempre, y se entiende, es la organización».
«Lo que yo les comentaba a lo largo de estos dos días es que no quitaran los escombros de abajo hacia arriba como lo estaban haciendo, sino que lo hicieran de arriba hacia abajo y que esperaramos también la llegada de autoridades».
Su hija y sus sobrinas también querían ayudar, por lo que decidió dejar atrás los trabajos de remoción de escombros y acudir a los centros de acopio para no exponer a su familia ante el riego de sufrir algún accidente.
«Se mezclan los sentimientos de tristeza con enojo, mucho llanto de ver que a la naturaleza no hay manera de contrarrestarla, pero también el ver que hay muchos ayudando lo que nos hace ver que México tiene más gente buena que mala», expresó.
Por su parte, la señora Claudia Benítez ha recorrido tres centros de acopio acompañada por su hija; en cada uno ha ofrecido su ayuda e incluso ha llevado ropa, a pesar de vivir con el miedo de que alguien pudiera entrar a su vivienda, pues la puerta de su casa que da a la calle se partió en dos tras el sismo y no ha podido repararla.
«Vivo en la colonia Portales y siempre está latente el miedo de que algo pueda pasar pero ves las noticias y es una impotencia el quedarte sin hacer nada, México nos necesita y aunque sea poco lo que se pueda aportar hay que hacerlo».