18 de octubre de 2017
Déjeme contárselo así:
La primera vez que Ricky y Alecita, los protagonistas (iniciales) de esta singular ficción infantil, decidieron meterse juntos a la bañera para, ahí, “jugar” a definir la mejor manera de resolver los problemas de su entorno, lo hicieron como los niños con sobrada y evidente capacidad económica que eran: de manera irresponsable y en compañía de una más que numerosa y variada selección de figurillas de plástico, la del tierno Nemo, entre otras.
Nunca entonces pensaron que, un día, su inocultable ambición de poder y el incontrolado protagonismo de ambos, les iba a exponer a la desagradable experiencia de verse en esa misma bañera intentando mezclar de manera forzada lo que es imposible juntar —“dos o más organizaciones partidistas doctrinal e históricamente confrontadas”— y, peor, nadando con tiburones (políticos) a la espera de reales.
Lo anterior viene a cuento para tratar de explicar lo que ocurre con el antinatural Frente partidista, perdón, Ciudadano por México cuya creación, en su desmedida pretensión de alcanzar, uno la Presidencia y la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México la otra, impulsaron los administradores de turno en Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, Ricardo Anaya Cortés y Alejandra Barrales Magdaleno que, ahora, se descubren rodeados de auténticos tiburones a la espera de devorarles para hacerse con el control de engendro al que dieron forma.
Quisieron, insisten aun ahora en ¨jugar¨ a la política y en aras de ello colocaron (mantienen) sobre la mesa de las apuestas el ciento por ciento de su exiguo capital político; todo lo que tienen, su desmedida ambición y su inocultable protagonismo…todo, (pero) sólo eso.
Hoy, la una y el otro, debieron aceptar ya la adhesión a “su causa” de un primer tiburón, Dante Delgado, quien con la abierta intención de sumar la capital a los territorios bajo su control —“a él ya le garantizaron que, vía el impresentable (Enrique)Alfaro se quedará (también) con Jalisco”— no llegó solo, sino que lo hizo acompañado por Ricardo Monreal Ávila, su alfil a quien pretende imponer en la jefatura de Gobierno capitalino, que también quiere Alecita o, por sólo citar otro ejemplo, fueron ya (literalmente) obligados a ceder ante la cada vez más asfixiante cercanía de Rafael Moreno Valle que, con su inteligente e irrebatible propuesta de elegir al candidato del Frente vía una elección abierta, exigencia a la que se sumaron ya el perredista Silvano Aureoles y de última hora declinó suscribir (públicamente) el cuestionado no-perredista Miguel Ángel Mancera Espinosa, mantiene contra las cuerdas a Rickycuya
obsesión no es otra que ver su nombre en las boletas del 2018.
Ello, obvio, amén de haber conseguido, ambos, fracturar a sus respectivas organizaciones y elevar al máximo los niveles de confrontación al interior de una y otra: forzando la salida del blanquiazul de personajes tales como Margarita Zavala Gómez del Campo (esposa del expresidente Felipe Calderón, otro tiburón) que por algo más de dos años lució, siempre, como la mejor posicionada de los aspirantes panistas o, en el entorno del sol azteca, con la incontrolable sangría (en favor de la otra izquierda, la del tabasqueño de mortal dentellada, Andrés Manuel López Obrador) de dirigentes, funcionarios en activo y un incalculable número de militantes…
Y todo, sin considerar el daño causado a México…¡más lo que falta!, claro.
ASTERISCOS
* Si bien hace ya muchos años se hablaba del asunto, lo cierto es que la formalización, ayer, de la renuncia de Mariana Moguel Robles, hija de la experredista y (ahora) cuasi priista secretaria Rosario Robles Berlanga, a la presidencia del Revolucionario Institucional sorprendió a más de uno… por la falta de una razón explícita para ello.
Veámonos el viernes, con otro asunto De naturaleza política.