17 de enero de 2018
Santiago.- El Papa Francisco realizó una visita al Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, ubicado en la zona centrosur de la capital chilena, la primera que efectúa a una cárcel de mujeres en su pontificado.
El Papa llegó en un automóvil cerrado junto a su comitiva y, ya en el interior del recinto saludó a varias internas que están encarceladas con sus hijos menores de dos años de edad y a una embarazada.
Luego ingresó a un gimnasio donde era esperado por poco más de 400 mujeres que cumplen condena, muchas de ella agitaron pañuelos blancos y acercaron a sus hijos al obispo de Roma para que los tomara en brazos, besara y les impusiera una bendición.
El lugar, donde están internadas 595 mujeres, estaba adornado con “grullas de la esperanza” y flores de colores, mientras que desde el techo colgaban cintas de papel con frases que el Papa ha pronunciado en sus visitas a otras cárceles.
En la actividad, a la que asistió la presidenta chilena Michelle Bachelet, la capellana de la cárcel, Nelly León, y la reclusa Jeanette Zurita saludaron al Papa y agradecieron su visita.
León aseveró que “lamentablemente en Chile se condena la pobreza”, y agregó que “testimoniamos la certeza de que la vida triunfa sobre la muerte, Dios está de nuestra parte, de parte de los pobres y marginados de esta Tierra”.
Zurita dijo que “entendemos que por nuestras malas decisiones arrastramos a nuestros hijos a vivir presos, presos de sus sueños truncados”, tras lo cual acotó que “pedimos perdón a los que hemos herido con nuestro delito. Sabemos que Dios perdona, pero queremos pedirle perdón a la sociedad”.
Tras el canto de un himno creado para el Papa por las internas, Francisco agradeció “la oportunidad que me dan para visitarlas, es importante compartir este tiempo con ustedes” y valoró el pedido de perdón expresado por la representante de las reclusas.
“Todos tenemos que pedir perdón, yo primero, todos, eso nos humaniza”, indicó el pontífice, quien añadió que “hoy se les pide que gesten el futuro por sus hijos y la sociedad toda” para “luchar contra los determinismos cosificadores que matan la esperanza”.
“No nos dejemos cosificar, no soy un número (…) la dignidad no se toca, se cuida, se custodia, se acaricia, nadie puede ser privado de la dignidad”, recalcó el Papa en su intervención, en la cual convocó a las internas a “mirar siempre al horizonte, hacia la reinserción en la sociedad”.
Al término de sus palabras, y por primera vez en forma pública en esta visita a Chile, el Papa Francisco dijo “y por favor, les pido que recen por mí, porque lo necesito”.
El pontífice recibió regalos de parte de las internas y luego dialogó con funcionarios de la militarizada Gendarmería, institución encargada de la custodia de las cárceles chilenas.