10 de enero de 2018
No cumple un mes aún como “autoimpuesto” (pre)candidato (único) de Acción Nacional a la Presidencia y, a decir de sus afines, Ricardo Anaya Cortés inició ya la revisión de propuestas que, en un primer momento, evidenció serían banderas en su esfuerzo por convertirse en el sucesor del presidente Enrique Peña Nieto, la demagógica entrega de una Renta Básica Universal a todos los nacidos en territorio nacional de manera relevante.
En las últimas horas, efectivamente, el seguro candidato del engendro partidista producto del antinatural pacto electoral suscrito entre el otrora “partido de las derechas…”, el suyo, con Movimiento Ciudadano (MC) y el de la Revolución Democrática (PRD), de (supuesta) filiación izquierdista, habría confiado a sus íntimos su irrevocable decisión de comenzar a excluir de su discurso la populista e inviable opción de acrecentar la eventual captación de votos a su favor, a cambio de alentar la esperanza ¡de 120 millones de mexicanos…”, de recibir periódicamente, a manera de dádiva, dinero proveniente de las arcas públicas.
La decisión del queretano, que presuntamente comenzará a volverse notoria en el marco del próximo Consejo blanquiazul, convocado para aprobar una Plataforma Electoral que escasa o ninguna relevancia tendrá en la campaña del exadministrador en busca de la Residencia Oficial de Los Pinos desaparecerá entonces —“de manera cuidadosa, para no evidenciar que nos equivocamos…”, diría alguno— con miras a validar otras propuestas que abonen a diferenciar a Anaya de la imagen de populista de derecha que, sin esforzarse demasiado, ciertamente, logró construirse en apenas unos días.
Al margen de consideraciones de otra índole, a decir de especialistas, ésta (supuesta) primera reconsideración en la inicial propuesta de campaña del autodesignado (pre)candidato, no hace más que evidenciar lo que con insistencia se ha señalado: lo inaceptable, inexplicable que para buena parte de la ciudadanía resulta impulsar una coalición sustentada en una plataforma común construida “más con base en la omisión de temas torales —aborto, matrimonios homosexuales, eutanasia, etc.— para una u otra de las partes firmantes, que sobre la identificación y suscripción de consensos…”.
Y ello, obvio, en el marco de un proceso que vive apenas sus primeras etapas y que espera a conocer aún a quienes, a nivel nacional y/o estatal, serán propuestos para competir y ocupar puestos de elección o, ya a nivel gobierno, carteras cuya acción incida de manera directa en la aplicación y/o repudio de políticas vinculadas a temas como los referidos.
Seguir pensando pues que los posicionamientos doctrinales específicos y, peor, personalidades, en concreto, no incidirán en el ciudadano a la hora de votar es, en verdad, absurdo.
ASTERISCOS
* Si bien por cierto, se tardó —“como continúa tardándose media docena más de senadores “rebeldes”…que acabarán siguiendo sus pasos”—, el poblano Javier Lozano Alarcón formalizó ayer su retiro del PAN en respuesta a las prácticas antidemocráticas, dictatoriales dijo, vía las cuales Ricardo Anaya Cortés acabó autodesignándose precandidato presidencial.
* Prácticamente irreversible a decir de los suyos —“no concluirá la semana ahí”— la decisión presidencial de que Miguel Ángel Osorio Chong deje su actual posición en Gobernación, en aras de estar en posibilidad de ser postulado candidato (¿uninominal?) al Senado donde, en su momento, buscará alcanzar la coordinación de la fracción del Revolucionario Institucional.
* A la vista el formal relevo del cardenal Norberto Rivera Carrera en la Arquidiócesis Primada de México por parte de Carlos Aguiar Retes, todas las apuestas apuntan al actual titular en Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, como seguro sucesor del segundo en Tlalnepantla. Un cambio más, tras el (esperado) retiro de Felipe Arizmendi en San Cristóbal de las Casas.
Veámonos el viernes, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP