9 Julio 2022
México.- En el lejano agosto de 1932, en pleno período fascista, personas se reunían en Venecia para el estreno de «Dr.Jekyll and Mr.Hyde». Nacía así la Mostra, festival de cine internacional destinado a ser el más longevo del planeta y que este año sopla 90 velas más vivo que nunca.
La Bienal veneciana abrió el viernes archivos para rememorar exposición la primera edición de prestigioso festival de cine, mostrando documentos, correspondencia, fotografías y carteles que dejó a lo largo de su dilatada historia.
Mientras que hoy sábado habrá foro para abordar su legado con críticos, historiadores, cineastas, como Marco Bellocchio o la alemana Margarethe von Trotta, primera mujer en ganar el León de Oro, y las actrices Isabelle Huppert y Tilda Swinton.
Además, se proyectarán 2 de las obras estrenadas aquel año: documental «Regen» (Lluvia, 1929) de neerlandeses Mannus Franken y Joris Ivens y comedia «Gli uomini, che mascalzoni» de Mario Camerini, el bautizo como actor de Vittorio De Sica.
Todo para conmemorar los 90 años, dos meses antes de que arranque la próxima edición del decano de los festivales internacionales de cine.
Los albores del festival se sitúan en plena dictadura de Benito Mussolini, siempre interesado en el poder del cine, y por voluntad del conde Giuseppe Volpi di Misurata, del escultor fascista Antonio Maraini y de Luciano De Feo, director del Instituto para el Cine Educativo, auténtico aparato de propaganda del régimen.
Con el beneplácito de las máximas autoridades nacionales, en 1932, décimo año del calendario fascista, arrancaba la primera edición en terraza del Hotel Excelsior del Lido, la idílica isla veneciana donde aún se celebra.
La película que lo abrió fue la versión que Rouben Mamoulian hizo del clásico de R.L Stevenson «El hombre y el monstruo» y contó hasta con el padre del cinematógrafo, Louois Lumière, en el Comité de Honor.
«El más noble motivo de aquella primera edición era afirmar de una vez por todas la naturaleza artística del cine, nuevo medio nacido como fenómeno de barracas y que en poco tiempo se asentó como el mayor y más popular espectáculo de masas, adquiriendo la dignidad del resto de artes», dice presidente de la Bienal, Roberto Ciccuto.
La competición entre cintas no arrancó hasta 1934 y un año después el certamen pasaba a ser anual dado su éxito.
Faltaba solo un lustro para el estallido del conflicto mundial pero fricciones entre ejes ya eran notorias y, hasta el final de la contienda, Venecia no aceptaría películas soviéticas.
De hecho, presiones fascistas laurearon obras de impúdica propaganda como «Olympia» (1938), el documental de Leni Riefenstahl sobre las Olimpiadas de Hitler.