8 Septiembre de 2021
México.- La caída en los sondeos del candidato conservador a las elecciones generales alemanas, Armin Laschet, ha movilizado a la canciller Angela Merkel, en la recta final de su mandato y de pronto inmersa en la campaña de su teórico sucesor natural.
El llamado «fin de la era Merkel» está resultando más complejo de lo que cabría esperar para esta líder, extraordinariamente bien valorada tanto entre sus compatriotas y como en el exterior.
De pronto la campaña saltó a espacios donde Merkel observó siempre el precepto de no entrar en cuestiones partidistas, como la Cancillería o el Parlamento federal (Bundestag). Desde ahí ha salido en los últimos días en defensa de Laschet, candidato del bloque conservador al que ella siempre llevó a la victoria.
Los sondeos sitúan a la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) en una intención de voto entre el 19 % y un 22 %. Son récords a la baja históricos, mientras que el Partido Socialdemócrata (SPD) resurge con porcentajes del 25 al 26 % de los votos.
En su intento por «salvar» a su bloque del hundimiento, Merkel pasó al ataque de quien ha sido su vicecanciller en esta última legislatura, el candidato socialdemócrata Olaf Scholz. Lo hace advirtiendo de que ni el SPD ni sus socios preferentes, Los Verdes, descartan dejarse apoyar por La Izquierda, aglutinante del poscomunismo del este y la escisión socialdemócrata de Oskar Lafontaine.
Primero lo dijo en una comparecencia en Cancillería junto a un líder extranjero -el austríaco Sebastian Kurz-. Lo repitió luego de visita con Laschet a una de las regiones afectadas por las últimas inundaciones. En ambos casos fue en respuesta a preguntas de los periodistas sobre la campaña de Laschet.
Ayer lo integró al que era previsiblemente su último discurso aún como diputada electa del Bundestag, del que ha formado parte desde 1990. Escuchó abucheos no solo desde la Izquierda, sino también del jefe de grupo parlamentario socialdemócrata, Rolf Mützenich, quien la acusó de «malversar» su cargo de canciller.
La última sesión parlamentaria de esta legislatura fue un acto de campaña. A Merkel le siguieron Scholz y la líder de los Verdes, Annalena Baerbock, además de Laschet, quien no es diputado del Bundestag, pero que intervino en su calidad de jefe de gobierno del «Land» de Renania del Norte Westfalia.
La de Merkel no fue la única «intervención en campaña». Pero sí la que más llamó la atención, por inusual en la canciller y porque ni siquiera es una candidata en campaña.
EL ÚLTIMO CARTUCHO
«La abuela nos explica qué fue el comunismo», titula irónicamente el diario «Die Tageszeitung», afín al ecologismo alemán que, al igual que su partido, Los Verdes, recela de la Izquierda.
La frase alude al rechazo de Merkel, crecida en el este, hacia una formación que algunos tachan de heredero del régimen germano-oriental. Pero también a que ese tipo de campaña está desfasada, 30 años después de la reunificación alemana y con La Izquierda consolidada como socio de coalición normalizada a escala regional -como es el caso del tripartito de la ciudad-estado y capital, Berlín-.
El rechazo a una coalición con la Izquierda responde a una lógica actual por sus posiciones en política exterior -rechazo a la OTAN, al trato preferente de EEUU como socio transatlántico o a la participación alemana en tropas internacionales-.
Pero la insistencia en rechazarla como socio y en recordar que lo mismo hace la CDU/CSU con la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) implica una equiparación como «enemigos de la democracia» que suena ya obsoleta, incluso a los que nunca votarían a La Izquierda.
PÁNICO TRAS EL DESORDEN SUCESORIO
A Merkel se le venía reprochando desde la CDU/CSU su falta de apoyo explícito a Laschet. Y cuando decidió implicarse no ha sido en actos de partido, como correspondería. Sí, se la espera, sin embargo, en el cierre de campaña de Múnich, el viernes 24.
Todo eso ocurre tras un intento fracasado de sucesión ordenada y un pulso continuado entre las alas centrista y el derechista de su bloque. Lo primero se plasmó en la dimisión de quien fue elegida en 2018 como su sucesora ideal, la entonces secretaria general de la CDU Annegret Kramp-Karrenbauer, quien un año después tiró la toalla sin consolidar su liderazgo.
Lo segundo ha sido una pugna con varios capítulos entre Laschet y rivales derechistas -como el líder bávaro Markus Söder-. Laschet logró en marzo la elección como jefe de la CDU y luego como candidato.
Pero el silencio de Merkel hizo crecer la leyenda de que ni siquiera ella está convencida de su capacidad para ser canciller. Su intervención «in extremis» se ve como el último cartucho de un bloque que contempla con pánico el paso a la oposición y bajo mínimos históricos.