7 de junio de 2017
Identificado por propios y extraños como el gran perdedor de la jornada electoral dominical, particularmente por el vergonzoso (aunque esperado) resultado obtenido en el Estado de México; atrapado en las redes de su desmedida ambición de poder y su incontrolable protagonismo, Ricardo Anaya Cortés enfrenta hoy, en los hechos, el inicio del fin de su cuestionable gestión al frente del blanquiazul, de su personal Waterloo (político) que, ojalá no sea así, bien podría concluir en la ruptura de la cada vez más endeble unidad del otrora partido de la gente decente…
Porque, mire usted, ¿puede alguien salir a celebrar el triunfo en tres de cuatro de las elecciones estatales del pasado 4 de junio cuando, en realidad y con base en los resultados oficiales conocidos hasta ahora, se ganó en dos? ¿Se puede, cuando se sabe que en Nayarit la gubernatura quedó en manos de un personaje representante de la dinastía local y que —diría alguno— “ni en el peor de sus sueños ha sido panista”… o, cuando en Veracruz se ganan 112 municipios, pero se pierden ocho de los más grandes y poblados, amén que, en este caso, el ganador es el expriista-exelbista gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y no el PAN como tal?
Acción a la vista de los hechos pues, efectivamente, el blanquiazul camina hoy sin más rumbo ni más objetivo que consumar la postulación de El Cerillo Anayacomo su candidato a la Presidencia en 2018. Su administrador de turno así lo decidió e instruyó a los suyos que, mayoría en la influyente Comisión Permanente, no han dudado en (sólo) levantar la mano para avalar disposiciones que, por ejemplo, han dejado en manos de un pequeño clan (controlado por el queretano), la designación-imposición de cuanto candidato a sido postulado durante su gestión… ninguno electo de manera directa.
Y todo, al tiempo que se deja de lado el cuidado y fomento de la dinámica y vida interna del partido pues, ahora, no hay en él crecimiento ni formación ni capacitación a su mermada membresía, amén de asumirse como válido un padrón en el que, aun después de su cacareada depuración, ni ellos aquél confía. Y lo más grave: el cuidado, promoción y apego a los principios y valores que dieran al partido razón de existir son ahora inexistentes y los mismos, en la práctica, letra muerta.
Es verdad que, pese a todo, no son pocos quienes siguen pensando —su derrotada candidata a la Presidencia en 2012 y al gobierno apenas, Josefina Vázquez Mota, por ejemplo— que “hay futuro”; que la derecha sigue siendo opción frente al oficialismo corrupto y al emergente populismo… y es probable que tengan razón. Sí, si Acción Nacional, y más específicamente su (ensoberbecida) dirigencia —Anaya, (Damián) Zepeda, el gris-gris Marko Cortés, Creel y más, muchos más— trabajan por el rescate y se comprometen con la perdida esencia del partido, si la política como servicio y el bienestar de la población como objetivo vuelven a ser asumidas como principio y, más importante, si la transparencia y democracia interna que caracteriza el discurso se tornan en práctica cotidiana.
Al tiempo, entonces…
ASTERISCOS
* Contra lo que muchos pudieran esperar, Andrés Manuel López Obrador salió ayer, finalmente, a fijar su posición ante los resultados en el Estado de México y, amén de aclarar que Morena no va a actuar ni asumir actitudes de fuerza… anunció que a partir de hoy recurrirá a las instancias legales para demostrar el triunfo de su candidata, la maestrita Delfina Gómez. Buen principio; veamos si cumple…
* ¡Apenas previsible!, diría alguno a manera de (mala) broma, la posición asumida por el cuestionado jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, respecto del amañado proceso que para elegir “concejales a modo”, ideó la Asamblea controlada por aquel, vía el perredista Leonel Luna y el impresentable panista Jorge Herrera. Otra…
Veámonos el viernes, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP