4 de septiembre de 2017
Nueva York.- Los grupos antifascistas o antifa en Estados Unidos han gozado de un notable resurgimiento desde que el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca pese a que sus tácticas, a menudo de confrontación física, son objeto de debate y crítica de algunos analistas.
Descendientes de los organismos antifascistas y antinazis creados en Europa alrededor de 1930, los actuales grupos contra el fascismo son directos herederos de los activistas de las décadas de 1970 y 1980 que se popularizaron para detener la propagación de simpatizantes neonazis europeos.
El objetivo de grupos antifa es detener el surgimiento del fascismo y nazismo en su nacimiento, y cortarlo de raíz, a menudo reuniendo simpatizantes en contraprotestas de manifestaciones de la ultraderecha, lo que en buena medida sirve para intimidar a nazis y fascistas en potencia.
La intención es además negar cualquier foro de expresión a fascistas y neonazis que propagan ideologías del odio basadas en la superioridad genética de europeos del norte sobre otras personas, lo que alienta la violencia contra comunidades vulnerables e incluso el genocidio.
Los ataques del neonazismo y de grupos fascistas de ultraderecha en Estados Unidos, congregados a menudo bajo la bandera del alt-right, van dirigidos contra afroamericanos, nativos indígenas, inmigrantes no europeos, musulmanes y a menudo individuos de la comunidad LGBT.
De acuerdo con Mark Bray, autor del libro “Antifa: The Anti-Fascist Handbook”, existen muchos ejemplos exitosos en Europa y Estados Unidos sobre la manera en que grupos antifa lograron detener el surgimiento de células de simpatizantes nazis.
En Estados Unidos, estas tácticas se han aplicado en este año en la Universidad de Berkeley, escenario de disturbios en febrero pasado luego de que se anunciara un discurso del ideólogo del alt-right, Milo Yiannopoulos, exeditor del sitio de noticias Breitbart. La presentación debió ser cancelada.
Asimismo, la acción de antifa fue desplegada cuando en enero pasado un simpatizante de este grupo propinó un puñetazo al líder de la supremacía blanca, Richard Spencer, mientras éste era entrevistado por una televisora.
La más reciente aparición de antifa sucedió en agosto en Charlottesville, en el estado de Virginia, cuando este grupo se presentó como contraprotesta a una manifestación organizada contra la remoción de un general de la Guerra Civil en Estados Unidos que defendía la esclavitud.
En Charlottesville, una mujer murió y más de una docena resultaron heridos luego de que un simpatizante de la supremacía blanca los arrollara con su auto.
De acuerdo con varios testimonios, la confrontación en Charlottesville escaló en buena medida por la inacción de la policía, percibida por antifa como simpatizantes en general de la supremacía blanca en Estados Unidos, como demuestra la brutalidad que a menudo emplean contra afroamericanos.
En ese sentido, las acciones de antifa, cuyos miembros se presentan a las manifestaciones encapuchados y con armas caseras como palos y escudos, pudo haber contenido mayor violencia en Charlottesville.
De acuerdo con el académico afroamericano de la Universidad de Harvard, Cornel West, antifa “nos salvó la vida”. Contra las agresiones de neonazis contra manifestantes de izquierda, los miembros de antifa funcionan a menudo contra barreras de contención.
Las imágenes de simpatizantes de antifa, encapuchados y blandiendo armas caseras, sin embargo, sirvió de pretexto para que el presidente Donald Trump condenara “la violencia de ambos bandos” en manifestaciones en Charlottesville.
Incluso, Trump condenó a antifa directamente: “aparecen con cascos y máscaras negras, y tienen garrotes y tienen todo: antifa”.
Analistas apuntan que equiparar la violencia inherente a la ideología de la supremacía blanca, nazi y fascista con individuos que sólo buscan contrarrestar esta violencia, así sea mediante la confrontación física, es ridículo.
No obstante, varios analistas, entre los que se incluyen el lingüista Noam Chomsky y el académico afroamericano y escritor de la revista The New Yorker, Jelani Cobb, consideran que el uso de la violencia de parte de antifa es una táctica contraproducente.
La Liga Antidifamación (ADL), dedicada a denunciar ideologías del odio en Estados Unidos, expresó que “la violencia (de antifa) favorece la narrativa de víctimización de supremacistas blancos y otros extremistas de derecha e incluso puede ser utilizada para fines de reclutamiento”.
ADL precisó sin embargo que “es importante rechazar los intentos de declarar equivalencia entre antifa y los grupos de supremacía blanca a los que se oponen”. Ni una sola muerte ha sido causada por la acción de antifa en Estados Unidos.
En cambio, “los extremistas de derecha han sido una de las fuentes más grandes y más consistentes de incidentes de terror doméstico en Estados Unidos durante muchos años; han asesinado a cientos de personas en este país sólo en los últimos 10 años”, asentó ADL