6 de agosto de 2017
Nunca, desde el artero asesinado (de Estado) del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo a las puertas del aeropuerto internacional de Guadalajara, el 24 de mayo de 1993, la Iglesia católica experimentó un mayor acoso —“ataques de odio…” en opinión del subsecretario Humberto Roque Villanueva— que durante el actual sexenio en que, presumiblemente a manos del crimen organizado, de manera mayoritaria, 19 sacerdotes han sido privados de la vida de manera violenta.
La muerte del sacerdote José Miguel Machorro Alcalá, este jueves en el Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, a causa de las heridas que le fueron causadas por el potosino Juan René Silva Martínez, supuestamente desquiciado, quien le apuñaló en el interior de la Catedral Metropolitana, apenas al terminar la celebración litúrgica en el emblemático Altar del Perdón, la tarde del pasado 25 de mayo, actualizó el debate sobre un asunto sobre el cual existe muy poca información oficial, y menos evidencia de pesquisas o del ejercicio de acción penal contra sus directos responsables.
Ello, ciertamente, más la (hasta ahora) inexplicada detonación de un artefacto explosivo de fabricación casera a las puertas de la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), a un costado de la Basílica de Santa María de Guadalupe —“también en la capital del país, donde ni existe ni opera el crimen organizado…”, como gusta predicar el cuestionado Miguel Ángel Mancera—, detonaron la exhibición y difusión igual de amenazas que plagios de párrocos y/o seminaristas en las más diversas plazas del país, extorsiones por cientos a obispos y párrocos, robos a mano armada en plena celebración litúrgica y, por miles, robos y profanaciones a templos, no pocos de ellos con una connotación claramente sacrílega.
Hablamos, pues, de una práctica delictiva que, si bien ha existido desde siempre, hoy parece alcanzar niveles de “normalidad” nunca antes vistos, particularmente en zonas donde con mayor violencia e impunidad opera el crimen organizado y en que la Iglesia y sus ministros asumen la representación y liderazgo en la denuncia de la violencia criminal ejercida en tales territorios y, más específicamente, en la demanda de seguridad y justicia para la población… la de menos capacidad y recursos de manera especial.
Tal es la situación, diría alguno de quienes operan al más alto nivel del episcopado, que ya a nadie sorprende enterarse de cómo, a media celebración litúrgica de un matrimonio o bautizo, habrían irrumpido hombres armados para despojar de sus pertenencias a los participantes en las mismas… o, peor, de cómo a las puertas de un templo o al interior del mismo, sus titulares son amenazados por grupos organizados de emprender acciones violentas contra la feligresía si, “de manera discreta, periódica y sin dar aviso a las autoridades…”, no se entregan cantidades determinadas de dinero.
Y ante todo ello, la pregunta continúa siendo la misma: y la autoridad, dónde es que está…
ASTERISCOS
* De no ocurrir nada extraordinario que obligue a posponer o, incluso, cancelar la sesión del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) de Pedro Zamudio, será el próximo martes cuando se realice el cómputo final y declaración de validez de la elección en la vecina entidad y, después, se entregue la constancia de mayoría al priista Alfredo del Mazo Maza quien, entonces, será ya gobernador electo. Luego vendrá Coahuila…
* A partir del jueves, la más adelantada entre los aspirantes panistas a hacerse con la candidatura presidencial del blanquiazul de cara a 2018, la señora Margarita Zavala, cumple un nuevo recorrido por diversas plazas, ahora por las más relevantes ubicadas en los cinco estados que, merced a su potencial de votación, podrían definir los próximos comicios federales: Edomex, Ciudad de México, Veracruz, Jalisco y Puebla.
Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP