28 agosto 2023
México.- En una pequeña sección de la sala de control central de la planta nucleoeléctrica de Fukushima Daiichi, en el noreste de Japón, el interruptor de transferencia de agua tratada está encendido. Un gráfico en un monitor de una computadora cercana muestra un descenso constante de los niveles de agua a medida que las aguas residuales radiactivas tratadas se diluyen y se vierten en el océano Pacífico.
En la zona costera de la planta, dos bombas de agua de mar están en funcionamiento, bombeando torrentes de agua de mar a través de tuberías de color azul celeste hacia el gran colector donde el agua tratada, que desciende a través de una tubería negra mucho más delgada desde los tanques de la cima de la colina, se diluye cientos de veces antes del vertido.
El sonido del agua radiactiva tratada y diluida fluyendo hacia una piscina secundaria subterránea se escuchó desde debajo de la tierra durante la primera visita a la planta realizada el domingo por los medios de comunicación, entre ellos The Associated Press, desde que comenzó el polémico vertido.
“La mejor forma de eliminar el agua contaminada es retirar los restos de combustible fundido”, declaró el portavoz de Tokyo Electric Power Company Holdings, Kenichi Takahara, que acompañó a la prensa extranjera en la visita del domingo.
Pero Takahara dijo que la escasez de información del interior de los reactores dificulta enormemente la planificación y el desarrollo de la tecnología robótica necesaria y de una instalación para la retirada del combustible fundido. Los grupos pesqueros se han opuesto rotundamente al vertido de agua tratada, previsto para décadas, y los países vecinos lo han criticado. En respuesta, China prohibió inmediatamente las importaciones de mariscos de Japón.