1 noviembre 2023
México.- A una semana del impacto del huracán Otis, Acapulco vive el éxodo de su población por falta de víveres e insumos y porque se quedaron sin casa, por lo que buscan refugio con familiares y amigos.
En vehículo particular o autobús, miles de acapulqueños salen en dirección a la capital del país, Querétaro, Puebla, Chilpancingo y otros municipios de Guerrero.
“¿Por qué me quiero ir de Acapulco? Porque no hay comida, no hay víveres, no hay cajeros abiertos, no hay luz. Es la necesidad de todo mundo, no [nos vamos] porque queramos irnos. Voy a Chilpancingo, quisiera irme a México, pero a dónde voy a llegar”, dice Héctor Palacios.
Por su parte, desesperada Eva comenta: “Me voy con mis hijas porque no hay luz, no hay medicamentos, todo está saqueado, y regreso ya que haya medicamento y si no, no regreso”.
Acapulco cumple una semana sin la vida turística por la que se le conocía mundialmente.
Aunque la actividad económica comienza a reactivarse con la reapertura de algunos negocios de venta de comida y el restablecimiento del transporte público, las huellas de “Otis” están en todos lados. A lo largo de la Costera Miguel Alemán, principal vialidad del municipio, en lugar de turistas hay pobladores que sortean escombros y basura en busca de comida; circulan vehículos con sirenas encendidas, pues la emergencia sigue presente.
La estampa en la zona hotelera es casi la misma con la que Acapulco amaneció el miércoles 25 de octubre, cuando el huracán categoría 5 descargó su furia contra hoteles, centros nocturnos, restaurantes y playas; todos quedaron destrozados por el viento y la lluvia, como si hubiera sido una zona de guerra.
En el Club de Yates, un sitio emblemático de recreación en la Bahía de Acapulco, el panorama es desolador por la cantidad de embarcaciones hundidas y apiladas a lo largo de la costa por los vientos de Otis.
Ahora es una zona de búsqueda de capitanes, marineros y pescadores que desaparecieron cuando cuidaban sus embarcaciones.
La mayoría de los clavadistas de La Quebrada creen que, si bien les va, el turismo se reactivará en uno o dos años. “La mayoría va a migrar hasta que la situación se componga. Se van a Cuernavaca, Chilpancingo y Ciudad de México”, dice uno.