24 Mayo de 2020
México.- En México hay 11.7 millones de personas que viven en condiciones de hacinamiento, de acuerdo con las cifras más recientes (2017) del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi). Esto quiere decir que cada una de ellas comparte un cuarto con al menos dos personas más. Una situación tan apretada, como seis personas viviendo en un vagón del Metro capitalino (ver cálculo en la tabla).
«La densidad de población es un factor principal en la rapidez con que se propaga el virus. Por eso, ciudades como Nueva York, Ciudad de México y Mumbai [India] son más susceptibles a una rápida propagación del virus», dijo a SinEmbargo el científico de datos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT en inglés) Youyang Gu.
Para el creador de la plataforma «COVID19-Projections», que usa inteligencia artificial para generar modelos de comportamiento de la pandemia en 64 países del mundo, incluido México, el riesgo de contagio por falta de distanciamiento no se limita a un territorio político, sino que también acecha en la intimidad de los hogares que tienen exceso de habitantes.
«Tener múltiples miembros de una familia viviendo bajo el mismo techo contribuirá a la propagación, ya que si un miembro del hogar contrae el virus, es muy probable que lo transmita a otros miembros del hogar. Esa es una de las razones por las cuales países como México, India y Brasil están teniendo dificultades para contener la enfermedad en este momento», explicó el científico.
Las cifras del Inegi y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) refieren una situación similar a la descrita por Youyang Gu.
Las entidades federativas con niveles altos de hacinamiento poblacional tienen niveles altos o medios de casos confirmados de COVID-19, o de muertes registradas por coronavirus. Sin embargo, Chiapas, Colima, Michoacán y Oaxaca son excepciones a los casos de coincidencia.
Algo similar sucede con los estados que tienen niveles bajos de hacinamiento poblacional, ya que allí los contagios y defunciones por el virus son bajos o moderados, salvo en los casos de Baja California, Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo, Tlaxcala y Sinaloa.
Aparte de los riesgos para la salud, el hacinamiento acarrea una serie de problemas que restringen el acceso de la gente a condiciones óptimas de calidad de vida.
«Una vivienda superpoblada puede tener un impacto negativo en la salud física y mental, en las relaciones con otras personas y en el desarrollo de los hijos. Asimismo, el hacinamiento suele traducirse en un suministro inadecuado de agua y de servicios de alcantarillado», indica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en el Índice para una Vida Mejor.
A nivel nacional, Guerrero, Chiapas, Quintana Roo, Oaxaca y Campeche son las entidades federativas con las tasas de hacinamiento más elevadas. Allí, entre el 16.5 y el 27.6 por ciento de la población vive en condiciones de hacinamiento.