Miércoles 21 de Agosto de 2019
Confirmado en los hechos –“un día sí y otro también”–, lo que de manera reiterada hemos señalado respecto de la profunda división y “ánimos caldeados” que caracterizan al nunca unitario lopezobradorismo agrupado en el partido-gobierno, Morena, nada parece hoy más claro que lejos de atenuar, el encono y abierta confrontación entre las diferentes corrientes y grupos tenderá a escalar hasta, incluso, alentar una eventual separación formal de alguna de las fracciones.
La radicalidad de una y otra de las partes, lo mismo que su desmedida ambición de poder y lo que él conlleva –“influencia pública y, claro, dinero”– de cara al futuro inmediato, impiden prever un acuerdo de fondo sustentado en posicionamientos ideológicos y menos, en el reconocimiento de una propuesta política distinta a la que, más por interés personal y/o de grupo, se mantienen fieles en la actualidad.
¿O, en verdad, alguien cree que el explícito encono existente entre Ricardo Monreal y el impresentable Martí Batres, y los suyos, se subsanará con un llamado a la unidad o una invitación a “desayunar chilaquiles” en Palacio Nacional? o más, ¿existe quien piense que la elección de nueva dirigencia del oficialismo se dará en términos de equidad y transparencia, y al margen de enfrentamientos, cuando ni el radicalismo extremo de los puros –Yeidckol Polevnsky, Bertha Luján y la fifí Olga Sánchez Cordero o los impresentables John Ackerman y Paco Ignacio Taibo II– ni el tecnicismo pragmático de los neos–Mario Delgado, Marcelo Ebrard, Alfonso Romo y hasta el propio Gabriel García, incluso– contempla la posibilidad siquiera de ceder a sus particulares posiciones?
Al margen la disputa por posiciones y/o “la simple cercanía y lo que la misma trae aparejado” con ya sabes quién el partido-gobierno, que de suyo carece de estructura, liderazgos (suficientes y experimentados) y órganos internos capaces de controlar las particulares pasiones e iniciativas de su variopinta y empoderada militancia, enfrenta igualmente la crisis que de suyo deriva del manejo de una multimillonaria cantidad de recursos producto de prerrogativas que a nivel federal y/o estatal se reciben.
Sólo este año, la disputa y falta de claridad por el manejo de los recursos citados podría derivar en que se dejen en calidad de “congelados”, algo así como 400 o 500 millones de pesos que desde un primer momento se había acordado servirían para financiar la “escuela de cuadros” que, hasta el momento, no acaba de arrancar…
Las pugnas en Morena, pues, no son producto de diferendos de carácter coyuntural o esporádico, sino que reflejan profundas diferencias que, si bien pudieron “esconderse” durante su proceso de fundación y primeros años de operación ya con registro, hoy comienzan a evidenciar su permanencia y profundidad.
Al tiempo entonces, si alguien lo duda…
ASTERISCOS
* Este viernes concluirá formalmente el periodo para que diputados y diputadas de Acción Nacional interesados en ocupar algún cargo en la próxima directiva de San Lázaro lo manifiesten.
Hasta ayer, los aspirantes a llegar a la presidencia, si ésta les fuera “cedida” por la mayoría morena, eran Adriana Dávila, Laura Rojas, el impresentable Jorge Luis Preciado, Xavier Azuara y Elías Lixa. Nadie más…
Veámonos el viernes, con otro asunto De naturaleza política.