De naturaleza política.
02 de Noviembre de 2016
A una escasa semana, seis días en concreto antes de la más disputada y mediática elección presidencial en la historia de Estados Unidos, la opinión pública en nuestro país —“no pocos funcionarios y/o políticos, ciertamente”— mantiene depositada su esperanza en que Hillary Clinton se alce con el triunfo, aun cuando sea “apretado”… particularmente ahora en que, merced a la (supuestamente) coincidente decisión del republicano titular del FBI, James Comey, de reabrir las pesquisas por el uso indebido de un servidor privado por parte de la exsecretaria de Estado durante el primer periodo de Obama en la emblemática Sala Oval de la Casa Blanca, colocó a ésta al borde de un pronunciado tobogán que, en cuestión de días, le hizo perder la ventaja de que gozaba en las más importantes mediciones realizadas hasta el momento.
Es verdad que, con todo y la investigación de referencia, sondeos y encuestas la siguen favoreciendo aunque, a diferencia de lo que ocurría hasta hace un par de semanas, los márgenes de preferencia entre la candidata demócrata y el impresentable magnate neoyorquino Donald Trump, su contrincante del Partido Republicano, se han estrechado, de manera tal que, ahora, las apuestas apuntan a un cierre, literal, de fotografía.
El nerviosismo del mercado cambiario mexicano es, hoy, la mejor evidencia de que nada respecto de la referida elección en la Unión Americana parece estar escrito y que ello, al margen de preferencias o puntos de vista, respetables todos, poco o nada abona a la consolidación de un entorno de estabilidad y confianza que, huelga decir, en nuestro entorno perdimos hace ya un buen número de meses, igual por el desborde de la violencia o la pérdida de dinamismo de la economía que, particularmente, por el pobre manejo que de casos tales como el de Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato u otros, han realizado las áreas de comunicación de la administración federal.
No es poco entonces, valga decir, lo que autoridades de los tres niveles de gobierno, pero de manera específica en el ámbito federal, deberán hacer para impedir que, por una u otra razón, la inestabilidad y creciente tensión alentadas por los comicios estadunidenses pudieran profundizar una situación que, compleja en sí misma, pudiera derivar en una crisis que nadie desea. Abonar hoy a tranquilizar los mercados, a garantizar estabilidad política y la preservación de la seguridad a lo largo y ancho del territorio, y a evitar nuevas causas (sociales, vía redes) en contra de quienes dirigen al país parece ser la consigna a cumplir.
Nada más, pero nada menos…
ASTERISCOS
* Aún mueve a risas la presunción que, en el marco de la pasada reunión de la Comisión Permanente del blanquiazul, hiciera el expriista Miguel Ángel Yunes, gobernador electo de Veracruz, quien, buscando explicar el origen de la presión de “los 18” contra el indefinido dirigente-aspirante partidista, Ricardo Anaya, no encontró (presumiblemente) mejor argumento que referir a “una acción promovida y orquestada desde el gobierno, en Los Pinos…”. Obvio: ¡desconoce al panismo!
* Inminente apertura de un nuevo caso de confrontación entre el Estado y la Iglesia que, por mandato de quienes (felices) ya dejaron sus posiciones en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tocará atender y desahogar ahora a la autoridades del gobierno federal…
* Expectación por la aparición, este viernes, del libro ¿Cómo agregarle valor a la vida?, de Mario Cuan, una obra que invita a revalorizar el concepto de “valor” y en el cual se critica a los humanistas deshumanizados, igual que a quienes hacen discursos acerca de sus valores democráticos…¡pero sólo si los resultados les favorecen!
Veámonos el viernes, con otro asunto De Naturaleza Política.