En ningún otro proceso electoral como en el recién iniciado de manera formal, si la memoria no nos traiciona, la jerarquía católica había mostrado un interés y una preocupación tan grande como el que viene evidenciando respecto de los comicios del próximo junio en que, bajo amenaza por la inseguridad y la inexistencia de condiciones idóneas estarán en juego algo más de 20 mil cargos públicos, la Presidencia, nueve gubernaturas, el pleno del Congreso de la Unión, legislaturas locales y alcaldías, entre otros…
Nunca como en las últimas semanas en efecto, la Conferencia del Episcopado Mexicano, que preside el arzobispo Rogelio Cabrera López, de Monterrey, alzó la voz de manera más recurrente y enérgica para destacar la responsabilidad del laicado y de toda la sociedad de involucrarse en el proceso en marcha y, en paralelo, a las autoridades de los tres niveles de gobierno a mantenerse al margen y sí, en cambio, a dar pasos para crear las mejores condiciones posibles a fin de garantizar la concurrencia masiva de los mexicanos a las urnas.
De llamar la atención, vale decir, que el más reciente mensaje de la CEM denominado “Por el bien de México, primero la democracia y el Estado de derecho” destaque la necesidad de “que las autoridades responsables de la seguridad y las fuerzas del orden –Sedena, Guardia Nacional y Semar–, a nivel estatal y nacional, garanticen la protección y el ambiente de paz, de tal manera que eviten las agresiones, los atentados y los lamentables asesinatos de candidatos, políticos, familiares, periodistas y demás ciudadanos”.
Va más lejos aún cuando establece que “creemos que el peor de los escenarios, el que mayormente debemos evitar, es aquel en que el crimen organizado y otros grupos delincuenciales intervengan en el proceso electoral, en cualquier lugar y momento. La democracia electoral mezclada con la delincuencia es un binomio totalmente inaceptable, es un signo de la más deplorable corrupción que se debe evitar a toda costa. Por ningún motivo se puede justificar y muchos menos entrar en complicidad” con ella…
…“las condiciones por las que atraviesa el país desafortunadamente no son las mejores pues es evidente que, desde hace tiempo, nuestros problemas son muchos en materia de seguridad, desigualdad social, crecimiento económico, insuficiente empleo formal y digno, cobertura y calidad educativa y de salud, migración polarización social y otras problemáticas. Coincidimos en que el reto mayor está en hacer valer y vivir en un verdadero Estado de derecho como primer paso para superar la corrupción y nuestras carencias”.
Duro y frontal mensaje éste. Insistamos que, incluso los cardenales, arzobispos y obispos de México hacen un formal llamado, directo y concreto a los aspirantes a alguno de los puestos de elección en disputa a realizar campañas donde la propuesta y la oferta de alternativas de solución a la compleja realidad nacional sustituyan a la denostación del contrario y apunten a convencer a la sociedad en general a optar por las alternativas que ellos representan. No saldría sobrando dedicar unos minutos a estudiar el contenido del llamado episcopal…
Veámonos el miércoles con otro asunto De naturaleza política.